Este grupo nuclea a todos los profesionales que trabajan con estudiantes con necesidades educativas especiales o que están interesados en compartir información sobre formación, desarrollo e inclusión escolar, laboral y social de las personas con capacidades diferentes.
Natalia Gil de Fainschtein
Muchos adultos minimizan ciertos hechos de violencia que tienen para con los hijos considerandolos "medidas correctivas que impiden conductas indeseadas que juzgan negativas". Hace pocos días una señora de unos 60 años contaba antre angustiada y avergonzada que su ex-yerno si bien no le pegaba a su hija la sometía a una violencia aún mayor, aunque "sin marcas",; cuando la chica se enojaba y lloraba o le reclamaba cosas en medio de una discusión conyugal él la empujaba hacia el baño y la metía debajo de la ducha fría. Obviamente mi comentario fue de compasión hacia la joven, pero inmediatamente me vino a la mente la imagen de cuando ella era pequeña: si hacía un berriche con llanto incontrolable su mamá le metía la cara bajo la canilla mojándole también el pelo con agua fría! Yo era unos años mayor y recuerdo mi espanto ante esas escenas.
No pude decirle nada porque hubiera sido en vano, ya que conociendo a la mujer se que me hubiera dicho que son dos cosas distintas! Tal vez también hubiera minimizado o hasta negado que lo que ella hacía con su hija era algo violento.
Muchas veces los adultos consideran que si es para enseñar algo a sus hijos cualquier medio es válido. Sobre esto también hay que reflexionar, ya que a muchos adultos pareciera costarles ser objetivo al momento de diferenciar una llamada de atención enérgica de un hecho violento para con un chico.
Por eso, aunque más de una vez debo escuchar los comentarios admonitorios de madre, suegra y tías de "a esa chica le hace falta un chirlo"! sigo sosteniendo que no se debe pegar a un chico nunca. Claro que eso requiere de ejercitar la paciencia al infinito y de buscar nuevas estrategias para educar y corregir.
Ene 10, 2009