A cada rato pedía permiso para ir al toilette.
- "Marianita, cuando lo necesites te levantas y vas. -le dijo la señorita- Ella aún no puede esperar el recreo para salir (dirigiéndose a los otros niños de la clase). Vamos a darle el tiempo que ella necesita, verán como pronto va a poder." Mostrándoles así, reconocimiento por la diferencia, y alentando alcanzar un objetivo superador.
Un tiempo después, la Señorita:
- "Marianita, hoy no es seguro andar por los pasillos porque hay extraños haciendo arreglos en el cole. Tal vez sólo necesitas salir de clase ... ¿servirá igual si te quedas cerca de la puerta así te puedo ver desde aqui?."
Y Marianita nunca más necesitó estar saliendo de clase. Quedándose, con la tranquilidad de poder salir, descubrió que había cosas interesantes para aprender.
El gran desafío de estos tiempos es cómo acompañar a los niños a construir el deseo de querer saber, conocer, aprender, investigar. Respetar lo que hace bien hacer. Reconocer lo que le hace bien al otro que hagamos.
Del esfuerzo y la represión, al delivery de lo que viene hecho. Del "ganarás el pan con el sudor de tu frente", del "se hace lo que yo digo", a esta globalización -neutralizadora de diferencias- donde pertenecer es que muchos visiten su fotolog, hay un derrotero en el que se nos olvidó algo : la construcción del Deseo.
Algunos entienden que la experiencia de las crisis son buenas ... un consuelo para cuando todo sale mal, sino ¿porqué sería bueno sufrir?
Esa idea de que de los errores se aprende, ¿no será para no sentirse tan tonto cuando nos equivocamos?
Y esa de que con frustración y castigo se transmite el respeto por los normas, quizás sólo sea una excusa para violentar al más débil.
Hay otro modo de aprender, hay otro modo de enseñar, de relacionarse, de vivir, como adultos y de pensar la infancia : el de las experiencias positivas.
La experiencia positiva para el niño no se trata de que todo esté bien de cualquier modo.
Se trata de encontrar su modo de aprender, junto a adultos que lo acompañen a fortalecerse, poniendo al niño y púber frente a desafíos superables para él o ella.
Es de adultos seguros de si mismos, que pueden administrar positivamente las experiencias a las que exponen a un niño, de lo que el niño gana seguridad para afrontar los obstáculos.
Es de adultos que pueden dar cuenta de su equilibrio emocional, que toman en sus manos aquello frente a lo que el niño queda expuesto, de los que el niño o la niña construye los límites como ética de la convivencia.
A subir el Everest se llega con la seguridad que se construye de la mano de un adulto emocionalmente estable, que con gesto complaciente acompaña a darle valor a lo que el niño puede alcanzar... aún subir el umbral.
Maria Mondelli
mondelli@vivirmejoronline.com.ar
http://www.VivirMejoronline.com.ar
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