Hace pocos días terminé un trabajo audiovisual para el “Plan Hambre Cero” que se lleva a cabo en Misiones. Se trata de una serie de spots de 1 minuto y 40 segundos basados en testimonios de las mamás o padrinos del plan, a los cuales se incluyó una placa de contenido educativo, ya sea informando de cuestiones nutricionales o sobre aspectos que hacen a las causas de la desnutrición infantil.
Trabajé con un objetivo claro: proveer de información a la ciudadanía con la intención de sensibilizar y educar sobre el vínculo madre e hijo y atender a cuestiones nutricionales.
Me parece de vital importancia resaltar que la educación es un fenómeno de la comunicación. No sólo porque utilizamos los medios masivos, sino porque no hay comunicación posible si no existe una relación entre el receptor y el emisor en la que ambos se vinculen e interpelen mutuamente.
Pensar que la TV puede realizar esta tarea parece una idea romántica de quien escribe o una cuestión vinculada a la historia de mi familia con los medios. Pero contaré un hecho fantástico que echa por tierra ambas hipótesis y, asimismo, demuestra que un medio tan importante como la TV puede ser utilizada para la educación, en la construcción de un vínculo afectivo en el que las partes se involucran y se transforman.
Cuando terminamos los 24 spots y entregamos el material a Canal 12 uno de los operadores de la emisora me preguntó si era la persona responsable de las piezas. Luego de mi afirmativa, me pidió que vea uno en particular. Lo busqué y lo reconocí en el momento: el spot al que se refería era la historia de la mamá de Víctor, una señora muy delgadita con dos chicos, uno de flequillo y sonrisa amplia jugando con su hermano. “Escuché lo que dice”, me dijo el operador del canal, mientras la madre relataba que aprendió cosas nuevas con el “Plan Hambre Cero” como, agregarle una cucharita de aceite a la mamadera.
“Es una barbaridad”, dijo el operador. “Usted no sabe la cantidad de llamados que tuvimos, no paraban de sonar los teléfonos pidiendo que saquemos ese spot, que eso estaba mal”.
“¡Aleluya!” -pensé. Se había producido un vínculo afectivo. Sonaban las “ideas previas”, señal que cabalgamos. Una de las cuestiones que se investigan y trabajan en un buen proceso pedagógico, son las ideas previas que tiene formada el alumno/televidente/ciudadano, sobre el tema. Es a partir de ellas que podemos volver interesante la tarea, despertar curiosidad, y sobre todo realizar algún cambio.
Los conocimientos con los que cuenta una mamá, que suelen ser transmitidos en forma oral, están adheridos a su cultura y resultan difíciles de modificar: no debe horrorizar al lecto. El aceite vegetal provee un plus de ácidos grasos esenciales que no pueden ser sintetizados en el organismo, y son fundamentales para el correcto desarrollo del sistema nervioso del niño, a la vez es vehículo de las vitaminas A, D y E.
Así, una cucharadita de aceite en la mamadera de un bebé que no sube de peso o está desnutrido provee estos beneficios. Resalto su valor a nivel del desarrollo de su sistema neurológico porque es co-responsable del circuito de generación de pobreza: los niños con desnutrición padecen luego problemas de aprendizaje y no pueden desarrollar todo su potencial.
Ahora bien, para que exista ese proceso en el que ambos lados están implicados, hay que producir una retroalimentación, un diálogo sincero entre ambas partes. Así pedí que recogieran esas llamadas y que en el noticiero local ofrecieran una respuesta a esos llamados espontáneos y tan valiosos. Bendita labor del educador.
Y hay varias enseñanzas. En primer lugar, a mí misma, porque si bien nunca dudé de la capacidad de estos spots de producir los efectos mencionados, nunca deja de sorprenderme su impacto pese a que los que conozco muy bien porque los generamos dentro de los sistemas educativos que promuevo y que tuve la suerte de realizar fuera y dentro del país, y obtuve el 3º premio en políticas públicas de Latinoamérica en 2006, otorgado por Flacma (Federación Latinoamericana de Municipios).
Los spots que van por Canal 12 se realizaron a pedido del señor Gobernador, como una mini versión de mis sistemas. Utilizando la TV se suele capacitar al 1% de la población y en casos al 2%, o sea, 10 mil personas. Esto abre un espacio clave en la capacitación y formación de madres, padres, padrinos y madrinas en lo atinente al “Plan Hambre Cero”. De otra forma, sólo se logra en el mejor de los casos a costa de un enorme voluntarismo. Estos spots están teniendo una repercusión que me entusiasma producir en el televidente/alumno. Claro que tienen algo que muy difícilmente pueda replicarse en otra provincia: salen al aire 12 veces al día. Un logro de la gobernación para este proyecto de comunicación, que es -por sobre todo- un proyecto de educación.
Por Lic. Mirta Romay
Presidente de Formar
Fuente: El territorio digital.com Miércoles 19 Enero de 2011
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