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Córdoba y Mendoza son las provincias en donde se registran los índices más altos de una situación social que puede agravarse.

Las estadísticas difundidas días atrás sobre trabajo infantil en la provincia de Córdoba (similares a las de la provincia de Mendoza, conocidas en noviembre último) arrojan luz sobre una situación que podría llegar a agravarse con la actual crisis económica internacional y local.

Efectivamente, según la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna) 2006, la provincia mediterránea es el distrito donde más trabajo infantil se registró. El 8,4 por ciento de los niños y el 30 por ciento de los adolescentes cordobeses trabajan; el 15 por ciento de los niños de entre 5 y 13 años que trabaja repite el grado en la escuela (en relación con el 9,9 de quienes sólo estudian), y el 50 por ciento de los adolescentes de entre 14 y 17 años que trabaja está afuera del sistema educativo.

En cuanto a Mendoza, según datos de la Comisión Provincial de Erradicación de Trabajo Infantil (Copreti), hay un 32,5 por ciento de niños mendocinos que trabajan; la mayoría lo hace entre 4 y 8 horas diarias, sobre todo en labores rurales pero también en empleos domésticos, en comercios y en hornos de ladrillos. Sobre un total de 565 estudiantes encuestados, el 30 por ciento ha repetido alguna vez en la escuela. Es importante destacar que ésta es la primera vez que se hacen estadísticas de este tipo en esta provincia, y que los datos recogidos permiten concluir que el trabajo infantil casi duplica el promedio de todo el país, que ronda el 17 por ciento.

El tema del trabajo infantil, que sólo ha sido reconocido como problema recientemente, no es un hecho natural sino, como lo señalaba el defensor de la Nación, Eduardo Mondino en un artículo publicado en este diario, "El trabajo infantil, un círculo vicioso", es un emergente de una situación social en la que se entrecruzan "condicionantes económicos, políticos, legales y culturales". Por supuesto que a ello contribuye enormemente el hecho de que, todavía, no sea visto por el núcleo familiar como un "trabajo", sino como una contribución a la economía del hogar o casi como un deber filial. Así recolectar cartones, limpiar parabrisas, cuidar o lavar autos, mendigar en trenes y subtes, o, como en las zonas rurales, ayudar a los padres en cosechas, zafras o crías de animales, y finalmente cuidar a los hermanos menores, es sólo una "rutina" familiar.

Sin embargo, un dato que merece ser destacado es el que señala, según el informe de la Eanna, que a mayor nivel educativo de las madres, menor es el porcentaje de niños o adolescentes que trabajan. Es decir que, como siempre repetimos y seguiremos repitiendo desde estas columnas, la educación es aquí también la respuesta adecuada al problema del trabajo infantil.

Y en este caso la solución educativa debe estar dirigida a todos los miembros de la familia, en primer lugar, y a la comunidad, inmediatamente después. Si los padres poseen el nivel educativo correspondiente lograrán encontrar un trabajo decente, de manera que no necesiten poner a trabajar a sus hijos para enderezar la economía del hogar. Amparados unos y otros en la educación, las únicas tareas de los chicos serán entonces asistir a la escuela y jugar con sus pares, el único "trabajo" para el cual un niño está ampliamente dotado.


Fuente:
Nota Editorial del Diario La Nación, Domingo 28 de diciembre de 2008. Publicado en edición impresa

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Comentario de Víctor Eduardo Duarte Saavedra el enero 2, 2009 a las 9:44am
Feliz año para todos, en lo posible. Deseo hacer un llamado a cada uno de los participantes y a través suyo a los interesados en el tema para que recordemos que las condiciones de nuestros niños y niñas trabajadores no se compadecen con la dignidad humana; para que luchemos y definamos procedimientos cada vez más claros y contundentes contra la pobreza y contra las creencias culturales que legitiman la explotación de la infancia; para que entendamos que los niños y niñas son sujetos plenos de derecho y que es nuestra responsabilidad crear las condiciones para que los hagan efectivos; para que entendamos que la responsabilidad de la erradicación del trabajo infantil no está en manos de un solo actor, sino de todos y cada uno de nosotros y además de acción simultanea y coodinada desde diferentes frentes.
En palabras de García Marquez -nuestro querido premio Nobel de Literatura- nos dice: "...los niños a cierta edad y en ciertas condiciones, tienen facultades que les permiten ver más allá de la realidad admitida por los adultos. Podrían ser residuos de algún poder adivinatorio que el género humano agotó en etapas anteriores, o manifestaciones extraordinarias de la intuición casi clarividente de los artistas durante la soledad del crecimiento y que desaparecen, como la glándula del timo, cuando ya no son necesarias".
Un abrazo para todos.
Comentario de Natalia Gil de Fainschtein el diciembre 31, 2008 a las 3:56pm
Queridos colegas, gracias por sus profundas reflexiones! Me "salgo de la vaina" por escribir... pero tengo que preparar la cena de esta noche y bañar a mis dos hijitas y decorar la torta de cumpleaños de mi hermano que cumple hoy 31 y de mi mamá que cumple mañana1º!! Mañana me sentaré a escribirles lo que pienso y lo que me surge en base a lo s valiosos aportes de usteds.

Cariños
Natalia
Comentario de Edita Martinuzzi el diciembre 31, 2008 a las 1:31pm
Hola Gregorio....te leí dos veces,porque realmente lo que escribiste lo merecía.......tenés razón en todo.....por más buena voluntad que pongamos.........nada podemos solucionar.....yo les enseño a ellos que tienen que estudiar mucho,que no es más poderoso el que más tiene,siempre lo es ,el que más sabe.................pero nosotros ,además tenemos chicos que llegan hasta cuarto...porque tienen que trabajar ,pero mucho porque su cabecita le da hasta ahí..............primero no se alimenta la madre,cuando lo está gestando , y si no comen lo que deben los dos primeros años..............están condenados a no poder aprender...........por eso yo los entusiasmo con los dibujos y pintamos...y hay algunos de ellos que merecen tenerlos en cuenta porque lo hacen muy bién.........yo no pierdo las esperanzas.........anoche lo ví en tv en un reportaje a Eduardo Galeano, Uruguayo.........contaba su infancia,también pobre que trabajaba en la calle,decía que hizo un montón de cosas y llegó a los 6 años de primaria he hizo primer año de secundaria ...vaguito de 15 años se puso a escribir en los cafés de Uruguay.......si después de eso él pudo llegar adonde está..........¿¿¿ vamos a poner un poco de fé y aliento para mis niñitos...........gracias a todos ,ustedes,sigan con sus buenas ideas,son gente joven que estudiaron y no dejen de luchar....contra quien ............NO SE..les mando mis deseos de FELIZ AÑO NUEVO...............hoy es el último día del año 2008.....nunca creí y agradezco a Dios de poder escribirlo...........el 31 de Enero del 2009 cumplo 81 años....les mando un beso a todos y gracias por leerme,ya con eso soy inmensamente felíz edita martinuzzi
Comentario de Gregorio Fernando Medina el diciembre 31, 2008 a las 12:33pm
Queridos Natalia, Victor y Edita: Resulta muy interesante lo dicho y suma mucho a la reflexión que podemos realizar como educadores. La sensibilidad de Edith nos llega todos, especialmente a los que hemos trabajado en favor de las familias empobrecidas y hambreadas. Sin duda, me parece importantísimo que la legislación que los protege sea difundida y dada a conocer universalmente, pero la experiencia con esta gravísima problemática me dice que el espacio legislativo y del derecho institucionalizado se encuentra muy lejano de quienes sufren el hambre y la exclusión, porque las instituciones supuestamente democráticas que fomentan la defensa de los derechos no estan pensadas ni construidas para su participación. La judicialización de los valores humanos transformados en derechos, como la única forma de defendernos, ha sumado para que sólo algunos sean dignos de vivirlos. LLegamos hoy al punto de luchar para que la educación sea considerada un derecho inalienable que no se compra ni vende para que no la conviertan en un servicio. En las escuelas con mayores recursos económicos debemos cuidarnos que decimos y que no para no comernos un juicio, pero esto no ocurre en las clases populares. En Guernica, partido de Glew, una maestra puede sopapear a un niño, que sólo se quejan los niños compañeros, porque las familias no tienen los recursos para defender sus derechos. La mayoría de las familias que mandan a sus hijos a trabajar tienen muy en claro que eso no está bien, pero las condiciones las llevan necesitar del ingreso que producen los niños. En este sentido, me parece errónea y sin sentido, la variable más educación para las madres menos trabajo infantil. Quizás deberíamos centrar nuestras energías de producción intelectual y de investigación en los hábitos de consumo que llevan a empresarios inescrupulosos de requerir de mano de obra infantil para producir productos insertables en las capitales consumistas. Resulta muy significativo el hecho de que el trabajo rural (producción de materia prima) y los hornos de ladrillos (auge de la construcción) sean los sectores más explotadores. El señorones del campo que no les pagan correctamente a las familias para que sus hijos puedan dedicarse a jugar, se enriquecieron durante estos últimos años de manera espectacular. Por otro lado, las propiedades no dejan de subir, el ladrillo está cada vez más caro y los empresarios no dejan de producir edificios cada vez más caros. ?A costa de quién?..Del trabajo infantil. Seguramente, los empresarios explotadores fueron educados en las "mejores" escuelas, ?Podemos utilizar la variable en escuelas para ricos...más educación es igual a más explotación de níños, más trabajo infantil?. Evidentemente, aquí se evidencia el carácter netamente político de la educación. Pero aquí no se trata de hechar culpas maniqueas, sino ponernos a pensar que los que consumimos productos provenientes de empresas explotadoras y seguimos comprando propiedades a empresas cada vez más explotadoras también tenemos nuestra responsabilidad. Por este motivo, considero necesario no sólo luchar por el cumplimiento de los Derechos del niño, la niña y los adolescentes, sino también luchar para que el cuidado del otro, y la comprensión de que atrás de cada producto consumido hay muchas manos produciendo, pero son manos de seres humanos. Allí está el quid de la cuestión: escindimos de tal manera nuestra conección con la alimentación que llegamos a creer que nuestra alimentación depende sólo de nuestra capacidad de compra, y no del trabajo que otros realizar para que nosotros comamos. Muchas gracias, un abrazo a todas y todos los participates y lectores
Comentario de Víctor Eduardo Duarte Saavedra el diciembre 30, 2008 a las 11:08am
Queridos colegas... En el artículo 32 de la Convención sobre Derechos del Niño, los Estados firmantes reconocen el derecho que asiste a todos los niños de ser protegidos contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso, que entorpezca su educación, o que sea nocivo para su salud o desarrollo integral. Así mismo se comprometen a adoptar medidas legislativas, administrativas, sociales y educacionales que conduzcan a cumplir con ese propósito, destacándose entre ellas, la fijación de una edad mínima para trabajar y la reglamentación de horarios y condiciones de trabajo adecuadas.
Aunque la aspiración fundamental parece clara, lo cierto es que aún no existe mucho consenso sobre cuáles de las manifestaciones del trabajo infantil pueden entenderse como explotación económica y como labores nocivas que obstaculizan el desarrollo de los niños y cuáles no. Existen naturalmente labores que entrañan riesgos evidentes para la salud física. Pocos estarían a favor de que manipulen armas, pesticidas o productos inflamables en el ejercicio de una tarea encomendada. Pero exceptuando estos casos extremos, aunque no infrecuentes, existe una amplia gama de labores que desempeñan los niños, cuyos efectos no son fácilmente tangibles, ocurren en plazos indeterminables o simplemente aparecen como una combinación de ventajas y desventajas. Es, por ejemplo, lo que ocurre con las tareas domésticas que muchas niñas realizan en su propio hogar. Por una parte resultan con frecuencia esenciales para que los padres puedan salir a trabajar sin temer por la suerte de sus hijos más pequeños y encontrando a su regreso un hogar acogedor. Por otra parte, sin embargo, este tipo de trabajo es determinante del alejamiento o el fracaso en la escuela o de la limitación prematura de los horizontes de la vida de la niña. Por un lado la educa en la responsabilidad, la abnegación y la solidaridad con sus seres queridos. Por otro la puede confinar a un rol de subordinación al interior de la familia y de sacrificio de sus propios intereses y oportunidades personales. Si a estas variables se agregan las de la edad en que puede ser o no conveniente trabajar, o las de horarios, duración de la jornada o remuneración, entre muchas otras posibles, el horizonte se torna bastante complejo, lo que explica que en lo que se refiere al trabajo infantil, las posiciones encontradas no sean una rareza. Pero independientemente de todo esto lo cierto es que tanto en América Latina como en el resto del mundo, existen aún millones de niños y adolescentes que trabajan y todo parece indicar que el fenómeno en vez de disminuir sigue extendiéndose. Por lo demás, parece ser que muy pocos niños y jóvenes trabajan en condiciones favorables dentro del sector formal de la economía. La mayoría lo hacen en el sector informal, en labores no calificadas y en circunstancias que no les permiten cualificarse a mediano o largo plazo para ascender posiciones en el mercado de trabajo. Es decir, trabajan bajo condiciones de explotación y con mucha frecuencia al margen de la legislación que los protege. Por eso, atendiendo a su deber de difundir y hacer cumpli la Convención sobre los Derechos del Niño y, conciente, además, de la extensión que ha alcanzado el trabajo infantil a nivel mundial, Defensa de los Niños Internacional ha definido como una de sus prioridades, el contribuir efectivamente a abolir progresivamente toda forma de explotación laboral de los niños y adolescentes. Y ésta es una tarea que debemos asumir los educadores.
Comentario de Edita Martinuzzi el diciembre 29, 2008 a las 8:46pm
Queridos Natalia y Victor....nada tengo que agregar a lo que dicen ustedes,es así,yo lo vivo con ellos ,y en mi lectura publicada en editamartinuzzi.blogspot.com...en forma de cuento que también se los dibujé LOS DERECHOS DEL NIÑO y se los regalé a ellos uno cada uno....lo leimos,estudiamos y recuerdo que yo insistía que todo el tiempo,ellos tenían que ir a la escuela, jugar hacer las tareas (que vienen hacerlas con nosotros..............cuando terminé de hablar un chiquito me dijo-------¿¿¿-USTED NUNCA TUVO HAMBRE ,ABUELA???????? me desarmó,¿¿¿que podía contestarle??????me dió una especie de verguenza.------..yo nunca tuve hambre..y el me dijo-------¡¡¡ah claro¡¡¡¡¡¡¡ usted come antes que le venga el hambre...............¿¿¿Que puedo hacer yo ???????????...nada ...mimarlos,acariciarlos,besarlos...pero a la mayoría de la gente , hasta los miran con asco,y encima los juzgan................basta si sigo lloro,porque hace unos días que estamos de vacaciones y los extraño mucho........les mando un beso a todos edita
Comentario de Mariana Julia el diciembre 29, 2008 a las 8:24pm
Que vamos a hacer? o que puedo hacer?, es una pregunta que me hago a diario, como educadora y como madre..., me duelo ver tantas diferencias de oportunidades entre los niños Argentinos (y toda latina america), me duele ver niños durmiendo en la calle, sin posibilidades de tener educacion, un sistema justo de salud, adultos que los contengan, posibilidades de comer todos los dias, de jugar, de ller cuentos, en fin... de crecer como todo niño lo merece.
Mientras nuestros gobiernos sigan acrecentando las diferencias economicas y sociales, nuestros niños, lamentablemnete, son los que sufren las consecuencias...
Me gustaria saber la respuesta a Que vamos a hacer?..., no se, a veces siento que todo nos supera a nuestras fuerzas...
Comentario de Natalia Gil de Fainschtein el diciembre 29, 2008 a las 6:38pm
Estimado Víctor: gracias por tu comentario y los datos que aportás sumados a tu preocupación.
A partir de la frase que dice que "a mayor nivel educativo de las madres, menor es el porcentaje de niños o adolescentes que trabajan", se me ocurre que una de nuestras tareas como educadores y en algunos casos líderes de instituciones es generar conciencia de la importancia de que las madres adolescentes deben continuar sus estudios más que antes de ser madres, ya que ahora tienen la responsabilidad enorme de criar y educar a su hijo.
Generar conciencia implica primero tomar una posición clara ante el tema y segundo expresarla en cada situación que se preste, transmitirla a nuestros colegas, a los padres de nuestros alumnos y a los alumnos mismos si la edad es acorde para debatir el tema con ellos.

Por otra parte también respondiendo a tu pregunta... ¿Qué vamos a hacer? creo que debemos asegurarnos que Los Derechos del Niño sean parte de nuestros contenidos curriculares en todos los niveles educativos, trabajarlosa través de verdaderos proyectos con sentido y darlos a conbocer a la comunidad a través de afiches, videos, publicaciones en diarios y revistas, programas de radio, etc.

Natalia
Comentario de Víctor Eduardo Duarte Saavedra el diciembre 29, 2008 a las 7:48am
La protección y promoción de los derechos de la niñez trabajadora en America Latina y el Caribe es una tarea apenas comenzada. La explotación económica de los niños y niñas, su vinculación prematura al mercado de trabajo, la imposibilidad que tienen los niños y niñas trabajadores de completar el ciblo de educación básica y la reproducción de la pobreza que resulta del trabajo infantil son algunos de los problemas actuales.
La OIT indica que hay cerca de 17 millones de niños y niñas trabajadores en la región. Los más visibles son los que trabajan en las calles de las grandes ciudades como vendedores o basuriegos; otros trabajan en pequeños talleres industriales, unos pocos (casi siempre mayores de 14 años) en empresas formalmente constituidas, mientras un segmento mayoritario se encuentra participando en pesadas labores agrícolas y están expuestos a pelogros asociados con la introducción de maquinaria moderna y el uso y distribución de agroquímicos. Muchos niños y niñas trabajan siendo invisibles para la sociedad, el Estado y los sindicatos. Los niños y niñas trabajadores provienen de los sectores más pobres de la sociedad. Casi todos ellos desconocen sus derechos.
Este problema es realmente preocupante. No obstante lo anterior, conviene no olvidar que el problema va más allá del número y de la población de niños trabajadores. Las condiciones en que habitualmente desarrollan sus trabajos que les son asignados, los tipos de trabajos que asumen y las consecuencias que ellos tienen sobre sus vidas, marcan realmente la gravedad del problema.
Uno de los motivos de mayor preocupación es la temprana edad an la cual empiezan a trabajar; en Colombia por ejemplo, existen niños y niñas trabajando desde los 6 años. Sin duda, muchos de ellos alcanzarán la vida adulta diezmados física, intelectual y afectivamente.
Otro de los motivos de preocupación tiene que ver con las jornadas de trabajo. Muchos no trabajan de vez en cuando, o los fines de semana, o durante sus vacaciones, estos pequeños trabajan en promedio más de 40 horas semanales. Lo que nos conduce de inmediato a otra de las grandes preocupaciones: nuestros niños trabajadores no asisten o han abandonado la escuela. Las investigaciones realizadas concluyen que el nivel educativo de los niños, niñas y jóvenes trabajadores en menor al de los no trabajadores. El promedios de jóvenes trabajadores entre 14 y 17 años tienen dos años menos de capital educativo adquirido que los no trabajadores de las mismas edades. Falta averiguar si los niños abandonan la escuela porque se ven obligados a trabajar, o si trabajan porque han abandonado la escuela por otras razones. En todo caso, la falta de educación cierra el círculo cruel de la pobreza. El tipo de ocupación de estas niñas y niños, eleva significativamente el riesgo de enfermedad y muerte. Investigaciones internacionales muestran que con frecuencia estos chicos poseen, entre otras cosas: niveles muy elevados de plomo y mercurio en la sangre, lesiones causadas por golpes y otras formas de agresión, infecciones graves como el tétano, problemas pulmonares, deformaciones del esqueleto, enfermedades de la piel y de los sentidos.
Pero los riesgos físicos no son los únicos, existen también graves riesgos psicológicos y sociales. Las largas jornadas, la privación afectiva y los escasos escenarios de socialización, es posible que estén formando ciudadanos retraidos, violentos y sin capacidad de soñar una patria mejor y de vivir felizmente.
Ante este panorama ¿QUÉ VAMOS A HACER?

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