La función y acción de educar, tan amplia como la vida misma, tiene sin duda, infinidad de connotaciones e interpretaciones, tantas, que un hecho común, es que ni los especialistas, en ocasiones, no se ponen de acuerdo en determinadas sutilezas que el tema implica. No obstante, viéndolo desde una perspectiva positiva, debemos aceptar que en la mayor discrepancia tenemos irónicamente la oportunidad de enriquecer nuestras apreciaciones y la oportunidad de ampliar la perspectiva de análisis más allá de los límites que nos marca nuestro entendimiento.
Por ejemplo, Prieto Castillo desde 1999, ya nos hablaba de la necesidad de una Educación Alternativa, haciendo alusión que para él había que educar con objetivos tan diversos como son: el Educar para gozar de la vida, para la significación, para convivir, para la significación, para la expresión, para la incertidumbre, etc.; Proponiendo en suma “un tipo de educación que se genere y fluya desde lo alternativo, donde lo alternativo representa siempre el intento de encontrar los aspectos fundamentales del sentido de la educación en el mundo contemporáneo, tratando de encontrar un sentido a las relaciones, situaciones y propuestas pedagógicas”. El privilegiar participativo e incluyente de los alumnos, de interacción permanente, privilegiando la participación, a partir de la orientación y guía del docente, donde los procesos de aprendizajes significativos se planifiquen para su aplicación gradual en las aulas debe soportar una autogestión de los saberes sobre bases de motivación, plena convicción y principalmente un genuino autoconvencimiento son variables clave, donde la inducción y mediación pedagógica del docente adquiere particular relevancia: por tanto de su propia reflexión inferencial y como resultado de su análisis, que debe transitar de lo ligero a lo profundo apoyado en un trabajo colaborativo grupal; habrá de hacer posible la consecución de los logros y mínimas competencias que todo alumno requiere durante el proceso formal que le significa estructurar las ideas, procesarlas y generar aprendizajes.
Aprender a comprender no resulta suficiente sin la incorporación del juicio crítico de lo aprendido.
La excelencia educativa precisa de condiciones de aprendizajes insertos en límites más amplios pero selectivos, más profundos pero menos teóricos. La flexibilidad y oportunidad para modificar en tiempo y forma los enfoques que no funcionan, es y debe ser parte de la mejora continua.
La postura dialéctica y ética de los docentes debe estar caracterizada por esa flexibilidad que aunada a la sensibilidad y creatividad innovadora que provea sistemáticamente el aula de ideas renovadas, corriendo desde ahora en adelante los riesgos necesarios que implica decidir, actuar y poner en movimiento los aprendizajes; trabajando a diario para construir los ambientes educativos propicios.
Tales riesgos deben intencionadamente propiciarse, comunicarlos al alumnado y compartir las consecuencias de esas decisiones, transfiriendo a los alumnos el rol de la responsabilidad y trabajando en sus actitudes, que les permitan descifrar el qué y para qué de las cosas.
La educación alternativa está llamada a ser la válvula emergente del siglo XXI, del México de hoy, se debe conciliar y alinear la política educativa con la realidad social comunitaria. Si tal propósito no se alcanza, podremos afirmar entonces, que no estamos favoreciendo este tipo de educación tan formidable como urgente: y por tanto tenemos que reconocer que como el médico- que aplica la misma medicina para todos los padecimientos que se parecen-estaríamos desafortunadamente aplicando más de lo mismo, de ser este el caso no podemos entonces esperar, bajo ninguna de las premisas o supuestos, que las cosas nos resulten diferentes.
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