En sentido general, evaluar significa asignar un valor para juzgar la cantidad, el grado, la condición, la calidad o la efectividad de algo, es decir, asignar un valor a algo.
La evaluación constituye uno de los temas más tratados dentro de las ciencias pedagógicas y, en consecuencia, existen diferentes criterios y opiniones. Esto hace muy difícil alcanzar una propuesta general en la que todos los autores estén de acuerdo, así, en el Diccionario psicopedagógico AMEI-WAECE nos encontramos múltiples definiciones de este término. No obstante, independientemente de sus particularizaciones y maneras de expresarse, hay un acuerdo unánime: Es preciso evaluar, tanto el logro de los niños, como el proceso educativo en su conjunto.
El concepto más tradicional de la evaluación parte del estudio psicológico del individuo, que posteriormente se generalizó a muchos otros campos. Este es un tipo evaluación que intenta describir, clasificar, y explicar la conducta de un individuo sobre la base al análisis de su estructura de la personalidad, y en la que se articulan características, rasgos, y factores propios del modelo teórico que se sigue, ya sea de atributos y rasgos (psicométrico); de necesidades, defensas y conflictos (modelo psicoanalítico o psicodinámico); o de entidades nosológicas (modelo médico-psiquiátrico).
Al revisar el Diccionario Psicopedagógico de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles, aparecen seis definiciones y más de una quincena de acepciones, lo cual corrobora lo anteriormente analizado. Así se formulan las siguientes:
Evaluación. 1. En su definición más amplia, designa el conjunto de las actividades que sirven para señalar el valor de una cosa u objeto. 2. Proceso continuo, sistemático y flexible que se orienta a seguir la evolución de los procesos de desarrollo de los niños y a la toma de las decisiones necesarias para adecuar el diseño del proceso educativo y el desarrollo de la acción educativa a las necesidades y logros detectados en los niños en sus procesos de aprendizaje.3. Proceso sistemático de recolección y análisis de la información, destinado a describir la realidad y emitir juicios de valor sobre su adecuación a un patrón o criterio de referencia establecido como base para la toma de decisiones. 4. Proceso de carácter cualitativo que pretende obtener una visión integral de la práctica educativa, de carácter permanente, dirigido no solamente a registrar los logros parciales o finales, sino a obtener información acerca de cómo se han desarrollado las acciones educativas, los logros y dificultades, con vista a rectificar acciones, proponer modificaciones, e implementar las nuevas acciones a realizar. 5. Conjunto de actividades que conducen a emitir un juicio sobre una persona, objeto, situación o fenómeno en función de unos criterios previamente establecidos y con vistas a tomar una decisión.
Como puede observarse, estas definiciones engloban tanto conceptualizaciones generales, como propiamente educativas.
Por su parte la Asociación Nacional de Educadores para los Niños Pequeños (NAEYC) de los Estados Unidos (citada en el Diccionario), define la evaluación como el proceso de observación, registro y documentación del trabajo que hacen los niños, y cómo lo hacen para, sobre ello, adoptar una variedad de decisiones educativas que lo afectan, incluyendo la programación de grupos y niños individuales, así como para la comunicación a los padres.
A modo de conclusión, la evaluación puede definirse como un proceso continuo, sistemático y flexible que se orienta a seguir la evolución de los procesos de desarrollo de los niños, y a la toma de las decisiones necesarias para adecuar el diseño del proceso educativo y el desarrollo de la acción educativa a las necesidades y logros detectados en los niños en sus procesos educativo.
Es un instrumento que permite establecer la calidad del cumplimiento de los objetivos del currículo y, sobre su base, determinar las acciones a seguir, comparando los resultados del trabajo del educador con el nivel de desarrollo de los niños.
FUNCIONES DE LA EVALUACIÓN
La evaluación tiene una serie de funciones cuyo cumplimiento permite optimizar la labor del educador en el proceso educativo:
la instructiva
la educativa
de diagnóstico
de desarrollo
de control.
La función instructiva de la evaluación es considerada como una de las más importantes, ya que, con la ayuda de la comprobación y evaluación de conocimientos, hábitos y habilidades, el educador puede determinar el grado de asimilación de los mismos para trabajar en su mejora, sentando las bases para introducir nuevos conocimientos. Al permitir las correcciones de los errores cometidos individualmente, se garantiza una mayor solidez de los conocimientos, habilidades y hábitos en el trabajo docente y se logra ampliar, profundizar y sistematizar los mismos, se incrementa la actividad cognoscitiva y se propicia una actividad independiente. De este modo, se crean las condiciones para asimilar el aprendizaje de una forma más efectiva.
La experiencia pedagógica demuestra que, en la labor diaria de los educadores, las preguntas en clase constituyen un medio eficaz para conseguir esta función. Mediante preguntas se fijan y complementan los nuevos conocimientos. Los niños que mejor asimilan el contenido de los textos y las explicaciones recibidas brindan un apoyo al trabajo del educador con sus respuestas acertadas y, en el caso de que resulten incompletas o erróneas, se utilizan para eliminar los conocimientos equivocados sobre el material objeto de estudio. La interrogación resulta una técnica efectiva en todos los niveles de edad. Por ejemplo, cuando el educador pregunta al bebé para que señale partes básicas del cuerpo, para que indique dónde está una persona, un animal o un objeto, etc.
La función educativa es muy importante, se ejerce cuando el educador señala al niño los errores que ha cometido al realizar las diferentes tareas o acciones, que le llevan al reconocimiento de su error, a darse cuenta de en qué falló, y qué es lo que debe rectificar.
Por otra parte, destacar el éxito constituye también un motor impulsor en la educación de la atención voluntaria y el esfuerzo, estimula y ayuda para que aumenten su autonomía, comiencen a autovalorarse y se esfuercen por dominar nuevas destrezas.
El alto grado educativo de esta función depende de la acción acertada que el educador ejerza en todas las actividades, al dar al niño opiniones acerca de la tarea que ha cumplido (¡Qué bien lo has hecho!), y alcanza su nivel más alto en la medida en que el niño participa en su control y se inicia en actividades objetivas de autovaloración (¿Has sabido comer solo?)
En el primer ciclo, la función educativa del educador no se limita a la actividad planificada, sino que se extiende a toda la actividad que el niño realiza en el centro. Esta función es especialmente importante en las actividades libres de juego heurístico, de exploración y descubrimiento y de juego simbólico. En el juego simbólico es donde alcanza su mayor valor, pues propicia que los niños apliquen todos los conocimientos adquiridos, estableciendo relaciones sociales, de colectivismo, de subordinación a reglas de conducta o de acción que requiere el papel que asumen, permitiéndole al educador ejercer la influencia educativa que demanda el programa.
La función de diagnóstico revela al educador los logros y las deficiencias mediante los instrumentos y las técnicas evaluativas utilizadas. Esto permite determinar las direcciones fundamentales en las que debe trabajar y los cambios que son necesarios introducir en cuanto a la aplicación de los métodos, los procedimientos y la utilización de medios.
Por medio del diagnóstico, el educador obtiene una información, desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, sobre la generalidad e individualidad de los niños y acerca del cumplimiento de los objetivos propuestos, pudiendo determinar si es necesario introducir correcciones en su sistema de trabajo: variar el método, profundizar en las explicaciones, plantear nuevas tareas o ejercicios de consolidación, qué grado de complejidad y qué gradación le va dar al tratamiento de los objetivos del programa, etc.
La función de desarrollo requiere el cumplimiento de las tres funciones anteriores para poder establecer el grado de desarrollo de los niños, lo que constituye un principio de la educación y también una función de la evaluación. En el programa de actividades, el educador debe incluir aquellas que le aportan información acerca de la evolución del aprendizaje de los niños.
Los datos obtenidos como resultado de la evaluación revelan el nivel de desarrollo alcanzado por los niños en cuanto al sistema de conocimientos, habilidades y hábitos expresados en la propuesta pedagógica. Permite comprobar la cantidad y calidad de las capacidades que adquieren, de acuerdo con los niveles de asimilación y el grado de independencia con que forman y desarrollan habilidades y hábitos, e interiorizan normas de conducta.
Las investigaciones realizadas en este campo permiten asegurar que una evaluación es pedagógicamente adecuada cuando estimula el desarrollo ulterior de los niños, convirtiéndose en un elemento promotor de este desarrollo.
La función de control de la evaluación va más allá del trabajo del educador en todas las actividades que lleva a cabo con los niños.
Los resultados de la evaluación reflejados en los éxitos que logran los niños en todas y cada una de las actividades que realizan, permiten a los directivos y educadores de los centros hacer una análisis de los resultados que se van obteniendo en el sistema de educación, y valorarlos en conformidad con los criterios establecidos y los fines y propósitos de la educación del primer ciclo.
Es necesario advertir que, aunque las distintas funciones se realizan por separado, sólo responde a un enfoque metodológico, con el objetivo de comprender mejor la esencia de cada una de ellas. En la práctica, estas funciones interactúan formando una unidad dialéctica.
El primer paso para evaluar el proceso pedagógico exige conocer y determinar el objetivo a evaluar; en segundo lugar, seleccionar las vías de comprobación y determinar los métodos y formas organizativas que se emplearán; el tercer paso sería el registro del resultado obtenido.
Como hemos visto, la evaluación es un medio efectivo de obtener información que permite al educador conocer las dificultades y deficiencias que ha afrontado en su labor pedagógica. Esta información se toma como punto de partida para el análisis y las medidas que son necesarias para comprobar la calidad del proceso educativo, por ejemplo:
Mejorar los medios empleados y las actividades a realizar por los niños.
Rediseñar el nivel en que han sido trabajados los objetivos.
Cambiar la dosificación de los contenidos y aumentar o disminuir el número de frecuencias en que se trabajaría.
Determinar las formas más apropiadas a emplear para evaluar.
Definir la posible necesidad de realizar cortes diagnósticos.
LOS PRINCIPIOS DE LA EVALUACION
De la definición dada de evaluación podemos sacar los principios básicos que determinan su carácter. Estos principios son: continuidad, sistematicidad y flexibilidad.
El principio de continuidad hace referencia a la necesidad de entender la evaluación como un proceso en el que podemos distinguir diferentes momentos: inicio, proceso-desarrollo y fin.
El principio de sistematicidad alude a la necesidad de plantear la forma de seguimiento de acuerdo a un plan previamente trazado, que deberá ser llevado a cabo con rigor.
El principio de flexibilidad se relaciona con la posibilidad de utilizar en el proceso evaluador diferentes técnicas e instrumentos de registro en función de los objetivos marcados.
LOS OBJETIVOS DE LA EVALUACION
Basándonos en los principios enunciados, se resumen los objetivos de la evaluación:
Conocer la situación de partida de los componentes que inciden en el proceso en el momento que se propone la evaluación.
Facilitar la formulación de un modelo de actuación adecuado al contexto, en función de los datos anteriores.
Detectar de modo permanente, las dificultades que surjan en el desarrollo del modelo de actuación elegido.
Regular el proceso de aplicación continua del modelo de actuación, propiciando y facilitando la consecución de las metas previstas.
Conocer los resultados obtenidos al final del período fijado para la implantación del modelo.
Valorar los resultados obtenidos.
Replantear el modelo de actuación, de acuerdo con la información recogida y con su valoración y, consecuentemente, potenciar los aspectos positivos y corregir los negativos.
A lo largo del curso escolar ha de existir siempre una evaluación inicial que posibilite hacer un diagnóstico de cada niño y de todo el grupo, y una evaluación final, para valorar y comprobar el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje señalados en el currículo. También es necesario un número indeterminado de evaluaciones intermedias que permiten al educador ir controlando el desarrollo de todos los objetivos en cada niño y en el grupo, además de tomar a tiempo las medidas pedagógicas necesarias para garantizar que, al culminar el curso escolar, la mayoría de los niños hayan alcanzado los niveles de desarrollo esperables en su ciclo educativo.
Para llevar a cabo estas evaluaciones, se requieren estrategias, técnicas e instrumentos de evaluación.
Evaluar no es sólo medir y comparar, también supone plantear qué se debe modificar o mantener para la próxima toma de decisiones curriculares. Por este motivo, la evaluación tal vez sea el componente más importante de la planificación.
La evaluación constituye un proceso y un sistema, pues es un conjunto de pasos que se organizan en secuencia y se condicionan mutuamente, actuando de manera íntegra.
La planificación de la evaluación la realiza el educador teniendo en cuenta el momento del curso, los objetivos a evaluar, los recursos y el tiempo de que dispone.
Al seleccionar los objetivos a evaluar hay que tener en cuenta que estos pueden ser de corto, medio o a largo plazo, ya que, en cada caso, la estrategia es distinta.
Es muy preciso realizar una primera evaluación al principio del curso, cuando el educador recibe a sus niños, se trata de una evaluación diagnóstica para conocer el nivel de desarrollo del cual parte cada uno de los niños, y del grupo en general.
Como en el primer ciclo, la evaluación es sistemática y global, cada día el educador hace anotaciones del resultado de la actividad de su grupo, tanto en las actividades pedagógicas, como en el juego y las actividades libres; así como durante los procesos de satisfacción de necesidades básicas (sueño, alimentación, aseo, etc.).
CARACTERISTICAS
La evaluación del proceso de aprendizaje de los niños de primer ciclo debe tener las siguientes características:
GLOBAL: Referida al conjunto de capacidades expresadas en los objetivos generales. Esta evaluación permite fijar las metas que el niño o la niña ha de alcanzar a partir de criterios derivados de su propia situación inicial.
La evaluación debe realizarse en base a los objetivos, en los que se expresan las capacidades básicas que los niños y niñas deben desarrollar a través de las distintas áreas curriculares a las que hacen referencia los criterios de evaluación.
Aunque el referente fundamental para evaluar el grado de consecución de las capacidades expresadas en los objetivos generales son los criterios de evaluación de cada área curricular, habrá que volver sobre los objetivos de nivel en el momento final de la evaluación, para analizar el avance global que el niño haya conseguido, como algo más allá de la mera suma de distintas evaluaciones de conductas concretas.
Realizar una evaluación individualizada y global implica utilizar diversidad de procedimientos, instrumentos y situaciones de evaluación, de forma que podamos ajustarnos a las diferentes características de los niños y al contenido educativo.
CONTINUA: La evaluación debe ser un elemento más de la acción educativa, permitiendo así regular, orientar y corregir de modo sistemático el proceso educativo. La evaluación continua empieza en los inicios del propio proceso educativo. Requiere, por lo tanto, una evaluación inicial del niño, para adecuar el proceso de enseñanza-aprendizaje a sus posibilidades y también una evaluación al final del proceso.
FORMATIVA: Tiene en cuenta todas las variables que ayudan o interfieren el proceso didáctico, procurando durante dicho proceso reunir información que permita revisarlo y corregirlo. Su finalidad es determinar qué factores favorecen o dificultan que los niños o niñas logren las metas deseadas, de forma que podamos introducir las modificaciones oportunas.
PREVENTIVA: Porque nos permite realizar sobre la marcha los ajustes oportunos que eviten llegar a objetivos no deseados.
Por lo que respecta al qué evaluar en relación con la educación de los niños y niñas, la decisión más importante es la que se refiere a concretar los objetivos generales en conceptos evaluables que permitan comprobar si los niños están desarrollando las capacidades deseadas lo mejor posible, en función de las características individuales de cada uno.
Los objetivos generales deben concretarse, ya que, al tratarse de capacidades en las que es difícil precisar el grado, no son directa ni unívocamente evaluables. Es por tanto, necesario establecer una serie de conceptos más precisos que los objetivos generales, que tendrán sobre todo la función de ayudar a reajustar la educación si se comprueba que un niño se separa de los objetivos deseados más allá de lo justificable por los ritmos personales que caracterizan este ciclo.
Una vez establecido lo que se considera fundamental evaluar, es preciso que determinemos los procedimientos mediante los que se va a obtener la información necesaria en relación con el proceso de aprendizaje.
La complejidad que conlleva la acción educativa que atiende al desarrollo de las capacidades que hacen posible la evolución equilibrada de la personalidad del niño, nos lleva a considerar que el interrogante cómo evaluar no se resuelve de una forma simple, exige una referencia a las técnicas que se van a utilizar para evaluar:
TECNICAS PARA EVALUAR
Observación: La observación directa e indirecta realizadas de forma sistemática garantizan mayor objetividad en una evaluación, pues permite el seguimiento de los procesos de aprendizaje en los niños. La observación puede llevarse a efecto a través del seguimiento de las actividades estructuradas en un plan de trabajo, dentro o fuera del aula: trabajos de los niños, producciones plásticas y musicales, juegos lógicos, juegos dramáticos, etc.
Entrevista: La entrevista puede definirse como "una conversación intencional". Es una técnica de gran valor para obtener información sobre la opinión, actitudes, problemas, motivaciones, etc. de los niños y de sus familias. Para ser utilizada con provecho exige: la definición de sus objetivos, la delimitación de la información que se piensa obtener y el registro de los datos esenciales que se han obtenido.
Creación de situaciones pedagógicas. Implica determinar los objetivos a evaluar, que las condiciones respondan al objetivo, y que propicien el comportamiento a evaluar. Es una técnica que resulta de gran importancia para la evaluación del desarrollo alcanzado por los niños. Tiene la peculiaridad de que, al ser elaboradas por el educador, responden abiertamente al enfoque edumétrico y da la posibilidad de que exista una estrecha correspondencia entre lo que se evalúa y lo que se ha planificado en el currículo.
Es un medio eficaz para comprobar los resultados que los niños van alcanzando, se crean en el propio proceso pedagógico aprovechando todas las oportunidades que ofrece la rica actividad de los niños durante sus juegos y en las diferentes actividades. Una situación pedagógica no significa una “prueba” y, al elaborarla, debe hacerse pensando en una actividad cotidiana, habitual, que permita evaluar los objetivos que se han trabajado en función de los niveles de dificultad de las actividades planificadas.
La interrogación. Las preguntas, utilizadas como procedimiento para evaluar a los niños en sus actividades tienen una serie de requisitos, entre ellos:
Lo que se pregunta debe corresponder con lo que se quiere comprobar, con el propósito de la actividad; debe estimular el razonamiento del niño, y de su expresión oral.
Las preguntas deben ser comprensibles para los niños, y ser formuladas en un lenguaje claro, despojadas de todo esquematismo que conlleve a respuestas estereotipadas o que ofrezcan pocas posibilidades para activar su pensamiento y el desarrollo de su lenguaje coherente. Deben propiciar que los niños ofrezcan una respuesta lo más completa posible, que no respondan de forma mecánica o con monosílabos.
Las preguntas, o bien se piensan previamente en su conjunto y se formulan a todos los niños siguiendo el mismo orden, o se anotan los rasgos generales y se van variando en función de las respuestas que ofrezcan a las anteriores.
Este método de evaluación fue muy usado por Jean Piaget, quien basaba sus pruebas en un interrogatorio al que el niño contestaba de forma verbal o con acciones; pero, a diferencia de un interrogatorio común, en el que se espera una respuesta concreta de la cual depende la evaluación, en el método clínico de Piaget, interesaba fundamentalmente el camino que los niños seguían hasta llegar a la respuesta.
De esta manera, la técnica que se aplica debe ser lo suficientemente flexible como para que el interrogatorio se convierta en un coloquio, en el que el educador no se limita a formular preguntas al niño y esperar su respuesta, sino que toma en consideración sus reacciones y, de acuerdo con ellas, orienta la exploración que se propone.
Es necesario aclarar que, como método evaluativo, debe ajustarse a las posibilidades del desarrollo del lenguaje de cada niño según su edad. Por ejemplo, en el primer y segundo nivel se admite el uso del lenguaje gestual al contestar, en el grupo de 2 a 3 años hay que promover que, al lenguaje gestual, se sume el oral.
Es importante que, como en todas las actividades, se mantenga un ambiente lúdico y estimulante, que les motive e interese.
Los trabajos recopilables son los productos de la actividad de los niños: los garabatos, las pinturas, las construcciones, el modelado, etc., que realizan mediante la orientación directa del adulto y sirven para revelar su capacidad de comprensión, y la ejecución de estas orientaciones, para determinar su grado de atención, de voluntariedad etc. Sin embargo, son mucho más importantes los resultados de la actividad espontánea del niño.
Las actividades plásticas y las producciones que realizan de forma independiente, y que forman parte de la actividad cotidiana, son un medio importante para el desarrollo de diversos procesos evaluativos. La formación de habilidades, también constituyen un índice revelador de aspectos de la personalidad en desarrollo, como la memoria, la imaginación, los conocimientos que posee del mundo, la coordinación viso-motora, los estados de ánimo, los miedos, afectos y preferencias, etc., pueden ofrecer una información interesante para establecer conclusiones sobre los diferentes aspectos del desarrollo psíquico del niño .
La aplicación de instrumentos, pruebas y actividades especiales, los registros descriptivos o anecdóticos, los indicadores de comportamientos, o las diferentes escalas para evaluar el desarrollo, que pueden ser utilizadas en la evaluación, pueden tener un interés particular, sobre todo para la evaluación final. No obstante, el educador puede crear diversas pruebas en su rol de educador-investigador que, con el tiempo, se convierten en pruebas tan útiles como aquellas.
DOCUMENTOS de registro de datos para la evaluación DE LOS NIÑOS
El seguimiento de los procesos de aprendizaje de los niños exige una gran variedad de documentos de registro. Parte de ellos, tienen un carácter "oficial" y sus características y forma de registro está determinada, otros son elaborados por el equipo docente del centro. En la Biblioweb de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) se ofrecen varios modelos de documentos de registro.
EL EXPEDIENTE PERSONAL. En él se integran los distintos documentos personales de cada niño. Entre ellos, se considera indispensable la inclusión de la Ficha personal del alumno, los Resúmenes de la escolaridad, los Informes anuales y el Informe final de evaluación.
La Ficha Personal: En ella se consignan los datos de filiación y los datos familiares y médicos, archivándose igualmente copia de los documentos personales de cada niño o niña que sean considerados de interés.
Los Informes Anuales: El educador elabora un Informe anual de evaluación al finalizar cada curso o nivel a partir de los datos obtenidos a través de la evaluación continua. Dichos informes se adjuntan al Expediente personal.
El Informe final: Al finalizar el niño el Ciclo de Educación Infantil, el educador recoge los datos más relevantes de los informes de cada nivel y elabora el Informe final de evaluación.
Los Resúmenes de la escolaridad: Reflejan los cursos escolares realizados en el centro de Educación Infantil en el que niño ha estado escolarizado cada año. Lo firma el director del centro y anota las observaciones sobre las circunstancias de escolarización que se consignan al finalizar cada ciclo.
Cuando el niño se traslada a otro centro conviene enviar al nuevo centro el Expediente Personal del alumno. Se debe conservar una copia de los documentos del Expediente Personal durante tres años.
Evaluación inicial: La evaluación inicial tiene por objeto proporcionar información del niño cuando llega al centro. El objetivo de esta evaluación inicial es conocer el nivel madurativo, el grado de desarrollo de las capacidades y los conocimientos que los niños y tienen.
La evaluación inicial se lleva a cabo mediante las siguientes estrategias:
Entrevista con la familia: Se realiza antes de la incorporación del niño al centro. En el cuestionario de entrevista inicial se recogen los aspectos más relevantes y significativos. El educador cumplimenta con posterioridad su valoración sobre la entrevista.
Observación inicial de cada niño durante el periodo de adaptación: Durante el primer tiempo de asistencia del niño al Centro, mediante distintas actividades, se observa el grado de desarrollo de las diferentes capacidades, registrándose dichas observaciones para poder ajustar adecuadamente la planificación educativa. También se toman como referentes las evaluaciones finales correspondientes al nivel anterior.
En los registros de observación inicial se siguen estas pautas de valoración:
NIVEL DE ADAPTACIÓN
- Al Centro
- Al ritmo de trabajo
- A las normas establecidas y las rutinas.
- Con los compañeros y compañeras.
- Con las educadoras y otros adultos.
ACTITUDES
En el aula, respecto a las actividades y al material
- Motivación - Responsabilidad
- Interés - Iniciativa
- Atención - Imaginación
Con los otros niños
- Colaboración - Agresividad
- Ayuda - Con un solo niño o niña
- Comunicación - Con un grupo reducido
- Individualista
Con el educador y otros adultos
- Timidez - Ganas de llamar la atención
- Dependencia - Autonomía
- Colaboración - Rechazo
En el juego
- Agresivo - Tímido
- pasivo - Líder
- Participativo
ADQUISICIÓN DE HÁBITOS
Personales
- Autonomía - Dependencia
- Alimentación - Aseo
- Orden - Descanso
Sociales
- Participación en la dinámica de la clase
- Responsabilidades
APRENDIZAJES
Adquisiciones psicomotrices
- Tono muscular - Desplazamientos
- Control postural - Control de movimientos
- Lateralidad - Equilibrio
- Ritmo - Situación espacio-temporal
Adquisiciones cognitivas
- Atención - Memoria
- Percepción - operaciones lógicas
Desarrollo del lenguaje
- Comprensión oral
- Expresión oral
ESTADO AFECTIVO-EMOCIONAL
- Seguridad en sí mismo - Actitud tranquila
- Inestabilidad - Falta de interés
- Dispersión - Auto control
Recogida de información del centro anterior: si el niño ha asistido anteriormente a un centro, podemos solicitar su Expediente personal.
Con la recopilación de todos estos datos, se elabora la evaluación inicial del niño que se incorpora por primera vez al centro.
Evaluaciones trimestrales: Con los datos obtenidos en la evaluación continua se realizan las evaluaciones trimestrales (por trimestre natural de edad de los niños o por trimestre del curso escolar) y su información se comparte con las familias Esta información se refiere a los objetivos establecidos en la Propuesta pedagógica y a los progresos o dificultades detectados durante la realización de las actividades programadas para la consecución de los mismos.
El educador selecciona la información que puede ser más significativa para las familias desde la perspectiva de su posible colaboración en el desarrollo de los niños en el centro. El informe que se entrega a las familias debe ser es claro y asequible para los padres.
Informes diarios: Contienen información sobre la comida, el sueño, la salud y las observaciones realizadas a lo largo de la jornada diaria. Constituye un modo importante de colaboración con las familias, facilitando la continuidad entre el ámbito escolar y el ámbito familiar.
El diario de trabajo del educador es el instrumento donde se registra una narración breve de la jornada de trabajo y, cuando sea necesario, otros hechos o circunstancias que hayan influido en el desarrollo de la actividad del aula. Es un documento acumulativo y permanente, donde se anotan observaciones sobre logros o actitudes de los niños, o bien acerca de la práctica docente. El diario evita que se olviden algunos aspectos que pueden resultar decisivos a la hora de evaluar. También permite registrar datos, detalles y anécdotas que el educador considera importantes en el momento en el que se producen, ya sea porque muestran algo nuevo o porque confirman una sospecha.
Para que las anotaciones sean verdaderamente útiles, deben ser descriptivas, evitando frases genéricas o de síntesis que hagan perder detalles de la situación. Se relata el hecho especificando con detalles la conducta, las circunstancias y los protagonistas, de este modo, se reproducen los hechos de forma contextualizada, permitiendo la reflexión posterior para llevar a cabo una interpretación adecuada.
Fuente: Revista de la Asociacón AMEI-WAECE
¡Tienes que ser miembro de Excellere Consultora Educativa para agregar comentarios!
Participar en Excellere Consultora Educativa