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El método adhiere a la enseñanza autónoma del hombre, promueve las actividades artísticas, deportivas y expresivas, desecha las evaluaciones y uniformes.

Pintadas por manos de padres y maestros, en las aulas del colegio Rudolf Steiner se respira otro aire, uno bien diferente: el aire Waldorf o mejor dicho, el aire de la libertad. Y es que se trata de un establecimiento educativo en donde los alumnos no usan uniformes ni son evaluados con exámenes y hasta los maestros (o tante, como se los llaman) acompañan a los estudiantes durante varios años y las clases se dividen por épocas.

Se trata de la metodología Waldorf, un movimiento pedagógico muy particular -reconocido por la UNESCO--y al que adhirieron en todo el mundo más de 1200 escuelas.
"Que los chicos no usen uniforme no significa que pueden vestir como quiera. Les enseñamos, en cambio, a que vestirse para estudiar es diferente que vestirse para trabajar o para ir a jugar tenis o para ir al teatro", explica Ana Reinhardt, docente del colegio que funciona en zona Norte y que fuera la primera escuela en implementar este sistema.
El método fue creado en 1919 por el filósofo Rudolf Steiner, quien fundó la primera escuela con esta característica en Alemania. Fue ante la solicitud del director de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, quien se preocupó por la educación de sus empleados.
El fundamento principal de la educación Waldorf tiene que ver con una concepción particular del hombre; la de acompañarlo (desde niño) en sus diferentes etapas evolutivas. Propone una educación integral como medio para lograr la libertad individual. El objetivo Waldorf es, en definitiva, el crecimiento autónomo del niño. Para ellos, las escuelas con esta orientación se vuelcan principalmente a las asignaturas humanísticas e incorporan la expresión artística como un medio de aprendizaje en las materias curriculares. ¿Un ejemplo? Música, canto y pintura no sólo son materias, sino que también se las incorpora en asignaturas como matemática, lengua o ciencias sociales. Los oficios ocupan otro lugar central; a los estudiantes se les da talleres sobre tejido, carpintería, cocina y jardinería, entre otros.
En Argentina, la escuela de Florida no es la única con educación Waldorf, sino que se le suman unos diez establecimientos en Buenos Aires y otros tantos en las ciudades de Córdoba, Carlos Paz, Villa General Belgrano, Neuquén y Bariloche.
Los contenidos que se aprenden en estos colegios no sólo abarcan a los de la enseñanza oficial, sino que suman otros que tienen que ver con la educación artística, artesanal y técnica. Aunque lo que marca la diferencia de una escuela Waldorf frente a otros establecimientos educativos tiene que ver con que la manera de impartir la autoridad y el sistema de evaluación: el alumno no es expuesto a exámenes, sino que el maestro evalúa el proceso de aprendizaje a través del contacto cotidiano con los chicos. ¿Cómo es esto? "La evaluación en un alumno también tiene que ser un momento de aprendizaje; darse cuenta dónde está el error y qué tiene que mejorar", explica Reinhardt. Por eso, hay evaluaciones de todo tipo: hasta los 12 años se los califica conceptualmente. "Así evitamos, en esta edad tan precoz, la competencia entre los chicos", acota la docente y sigue: "Ya cuando son más grandes se incorporan las calificaciones, pero sin dejar de lado el aspecto conceptual".
Asimismo, otra de las características que diferencia a estas escuelas es que no tienen una dirección unipersonal, sino colegiada. Es decir, que un consejo de maestros discute los asuntos pedagógicos y resuelve los problemas. "Además, los padres tienen una participación activa porque opinan y dan ideas todo el tiempo", señala Reinhardt, quien trabaja en la escuela Rudolf Steiner desde hace más de quince años y tiene a su cargo el sexto grado, un grupo de chicos que viene acompañando desde primero. "En las escuelas Waldorf un mismo docente acompaña al grupo por varios años", deja en claro. Tal decisión tiene un fundamento: a través del conocimiento profundo de cada niño el maestro pueda percibir lo que necesita pedagógicamente en cada etapa de su niñez. Y como esta metodología permite que se tomen en cuenta las capacidades de cada uno, son aptas para chicos con problemas de aprendizaje o necesidades especiales.
El interrogante ahora se centra en por qué los papás deciden inscribir a sus hijos en una escuela Waldorf. Y la respuesta, lejos de ser técnica, es bien práctica: "el cómo imparten educación, cómo interpelan con los niños y cómo les enseñan, por caso, historia, pero a través de obras de teatro que luego los chicos pueden guionar y hasta representar", opinan.

Los septenios Waldorf

El método Waldorf, creado por Steiner, está dividido en tres septenios, que representan las diferentes etapas evolutivas del niño y adolescente. La primera infancia abarca hasta los siete años y su actividad central es el desarrollo del organismo físico. En la infancia media, desde los siete a los catorce años, el conocimiento del mundo se realiza a través de la imaginación. Y el tercer septenio, la adolescencia, es el período de maduración de la personalidad y cuando se termina de desarrollar la capacidad intelectual del joven.

Primer septenio: En esta etapa los niños realizan actividades que tienen que ver con los sentidos y el desarrollo de la corporalidad. Se trata, en primer lugar, de lograr habilidades gracias a la gran capacidad de imitación natural que posee el chico. La maestra jardinera, llamada Tante, es la encargada de guiar a los pequeños. En las salas, las actividades son, entre otras: amasado de pan, molienda de granos, preparación de granolas y meriendas, pintura con acuarelas, manualidades, tejido en telar. También hay momentos de juego libre, ronda y cuento. Además, cada sala posee canastos que contienen piedras, caracoles, carozos, cortezas, piñas, telas de fibras naturales multicolores y lanas, con los que los chicos pueden jugar e interactuar.
En las repisas hay animales de madera, de paño, de lana, junto con muñecos sencillos. Son elementos que le permiten al niño orientar sus fuerzas hacia las percepciones más puras, para desarrollar la fantasía y los sentidos a través del juego y sentar las bases del pensamiento.

Segundo Septenio: Descubrir el mundo es el objetivo de esta segunda etapa de la pedagogía Waldorf. El trabajo, en este caso, es por períodos de alrededor de cuatro semanas donde los alumnos abordan y profundizan un área de trabajo con una temática central, por ejemplo matemática. Las cuatro semanas siguientes abordarán otra temática. Este recurso permite enfocar el objeto de aprendizaje desde diferentes puntos de vista y a través de imágenes, favorecer la incorporación de conceptos. La alternancia entre unos contenidos y otros facilita el aprendizaje.
A la par, se fomentan actividades artísticas, físicas y prácticas. ¿Cuáles? Carpintería, tallado de cuencos, juegos de ingenio, tejido con dos agujas (también con cinco o al crochet) y los chicos aprenden a bordar, coser a mano o a máquina, a realizar tejidos con telares, a tocar la flauta y a modelar.
En el plano deportivo, la natación y el atletismo ocupan un lugar principal; lo mismo que el pentatlón griego, una vivencia físico-espiritual que experimentan los alumnos, como si estuvieran en la Grecia Antigua.

Tercer septenio: La búsqueda de lo verdadero es a lo que apunta este último septenio, destinado a los jóvenes de 14 a 21 años. En la ESB y en Polimodal, se ejercita el pensamiento autónomo y la comprensión de los hechos complejos del mundo. También se trabaja con planes por épocas, en forma interdisciplinaria y con acento en lo artístico. A partir de 1º año proponen el uso responsable de la computadora, por medio de un taller semanal. Los alumnos aprenden alemán como segunda lengua y hasta se organizan viajes de intercambio con Alemania, Estados Unidos o Inglaterra. Los talleres en esta etapa son: tallado en madera, costura a máquina, telar, cobre, cestería, nutrición, restauración, teatro, encuadernación, escultura, carpintería, cine, electricidad, zapatería y macramé. En el último año, los jóvenes presentan una obra de teatro y exponen frente a la comunidad escolar sus investigaciones anuales, como fin académico.
En el área de Educación Física, los estudiantes practican natación, atletismo, handball y voley y por épocas danzas circulares, gimnasia Bothmer, lucha, escalada, gimnasia artística, cama elástica y esgrima. Y todos realizan campamentos de distinto nivel de dificultad, según la edad, acompañados por sus profesores.


Opinión de Ana Reinhardt . Experta en método Waldorf


Hace 15 años que ejerce la pedagogía Waldorf y hoy es docente de sexto grado, un grupo de estudiantes que acompaña desde primero. Forma parte del primer colegio que incluyó este tipo de enseñanza en nuestro país, el Rudolf Steiner; que funciona en Florida. "Llegué al colegio buscando trabajo como maestra, pero me ofrecieron hacer un seminario de un año para poder empezar a trabajar", cuenta Ana Reinhardt. "Acepté sin dudarlos porque me enamoré del método", señala y enseguida aclara que en la metodología Waldorf padres y maestros trabajan juntos, por ejemplo en clases abiertas que el docente organiza y en donde los papás participan a la par de sus hijos.

Por Paula Coello publicado en Revista Colegios & Empresas
Foto: Colegio Rudolf Steiner

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Comentario

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Comentario de Irma el mayo 19, 2010 a las 1:07pm
Muchas Gracias Natalia por el informe tan claro e instructivo que me envías. Lo comentaremos aplaudiendo sin duda su esencia: el desarrollo de todas las potenciales del alumno concibiendo la educación por el arte. Abrazos venturosos : Irma

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