Revierten efectos cognitivos de la pobreza.
Es lo que ha demostrado lograr un programa de estimulación desarrollado por psicólogos del Conicet que se aplica en el aula.
No hay mejor descripción de los efectos de la pobreza sobre el desarrollo infantil que una imagen de las escasas conexiones neuronales en el cerebro de un chico que crece sin la atención y los cuidados que tiene derecho a recibir. Ese impactante cuadro es el que en 2001 empujó a un grupo de investigadores argentinos a empezar a trabajar para contrarrestar esas consecuencias desde el aula.
Así, el equipo del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología, Matemática y Experimental (Ciipme), del Conicet, desarrolló un programa que en un año organiza mental y emocionalmente a chicos en estado de pobreza e indigencia a partir de primer grado. Desde hace siete años, el grupo lo aplica con excelentes resultados en dos escuelas primarias en situación de riesgo de la ciudad entrerriana de Paraná, y aspira a encontrar apoyo para ampliar la intervención al resto de las zonas más críticas del país.
"La originalidad de nuestro trabajo reside en la intervención intensa todo el tiempo que tenemos contacto con los chicos en el día y durante la mayor cantidad de años que podamos, a través fundamentalmente del refuerzo del apego con el docente. Los resultados demuestran que la lucha contra la pobreza no pasa sólo por aumentar los ingresos económicos, sino por las oportunidades de desarrollarse saludablemente con nutrición alimentaria y afectiva", dijo a LA NACION la doctora María Cristina Richaud, directora del Programa de Estimulación Cognitiva Escolar.
Sólo en la provincia de Entre Ríos, hay unos 192.667 menores de 14 años en estado de pobreza e indigencia. El programa está orientado principalmente a los más chicos, porque es en los primeros años de vida cuando el cerebro se desarrolla rápido.
"El aprendizaje se produce a través de la conexión entre neuronas; aumenta el número de sinapsis hasta los 3 años, para luego permanecer hasta los 10. Si el ambiente en que vive un chico no brinda las condiciones óptimas para su desarrollo, no se reforzarán ni la cantidad ni el tipo de vías neuronales adecuadas."
El programa consiste en trabajar codo a codo con el docente en el aula, de lunes a viernes, para que los chicos cumplan con el currículum escolar a través de un conjunto de ejercicios especialmente diseñados para cada materia por el equipo de investigadores del Ciipme después de cuatro años de análisis de campo.
"Está pensado para empezar con un chico a los 6 años, aunque lo ideal es comenzar a los 4 y acompañarlo hasta los 18 años. Y lo hacemos dentro del colegio porque está demostrado científicamente que cuando los programas son externos, esporádicos y discontinuos, los resultados se pierden en el tiempo", explicó Richaud, investigadora superior del Conicet y directora del Ciipme y del doctorado en psicología y psicopedagogía de la Universidad Católica Argentina.
Intervención piloto.
La primera experiencia con el programa, que está subsidiada por la Secretaría de Ciencia y Tecnología, se está realizando en la escuela pública La Delfina y en la escuela parroquial Nuestra Señora de Lourdes, ubicadas en zonas en situación de riesgo de Paraná, y los resultados obtenidos cada año se compara con el rendimiento de un grupo de alumnos de otra escuela entrerriana sin carencias.
"El lío con los chicos se armó el día que las investigadoras entraron al aula de primer grado, donde había alumnos repitientes de hasta 11 años de edad, y les dijeron: «A partir de este momento, no se levanta nadie ni salen del aula hasta que toque el timbre del recreo»", recordó.
El proyecto tiene tres pilares: chicos, docentes y padres. Hasta ahora, el equipo de 15 psiquiatras, psicólogos y psicopedagogos capacitó a casi 500 docentes de escuelas de alto riesgo en Entre Ríos. Sin embargo, apenas el 20% de los padres se interesan por los talleres gratuitos que ofrecen los investigadores para mejorar el ambiente en el hogar y reducir el maltrato o los conflictos familiares.
"Lo primero que tratamos de hacer con los padres es aumentarles su autoestima porque la tienen tan baja que piensan que no pueden darles nada a sus hijos y luego hacerles ver que son las personas más importantes para sus hijos. No porque no sepan leer y escribir sus hijos los van a querer menos", comentó la investigadora.
En el aula, las materias incluyen ejercicios para cada edad, que llevan implícito el concepto de normas sociales, como pedir permiso y decir "Gracias" y "Por favor", controlar los impulsos, asumir responsabilidades y poder organizarse. "Tengo que lograr que las cuatro o seis horas que los chicos están en el colegio reciban toda la información, incluido el manejo de las respuestas agresivas, el apego y la planificación, por ejemplo, de manera continua y natural en cualquier materia del currículum."
En un año, la intervención logró aumentar el nivel de alegría en los chicos y su capacidad de relajarse antes de responder agresivamente y de expresar sus opiniones, además de reducir significativamente el grado de inhibición y agresividad, y fortalecer las habilidades para moverse en sociedad y planificar tareas.
"Nos sorprende año tras año la velocidad con la que los chicos pueden recuperarse de los efectos de la pobreza.
Un chico descontrolado que no presta atención no va a poder aprender, y no porque tenga un trastorno de la atención, sino porque está atrasado madurativamente -dijo Richaud-. La sociedad nos dio la oportunidad de trabajar en investigación y merece que le devolvamos algo. en cuanto a los problemas del país."
Se busca un mecenas
En estos siete años, el equipo del Ciipme desarrolló unos cuadernillos de ejercicios de nivel inicial para materias como matemática, ciencias sociales y lengua, para usar en el aula. Cada libro tiene un ejemplar para que use el docente y los alumnos, que se usan con el programa. Sin embargo, no cuentan con los fondos necesarios para poder editarlos y usarlos en otras escuelas en riesgo en el resto del país.
Informes: ciipme@ssdnet.com.ar o (011) 4953-1477.
Fuente: Fabiola Czubaj - Diario LA NACION Sábado 14 de marzo de 2009 | Publicado en edición impresa
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