El hombre no puede emprender una indagación del mundo como “objetividad”, sin que clarifique su “subjetividad”.
El reconocimiento del mundo como lo “otro” respecto a uno mismo está condicionado por el reconocimiento de “si mismo” como “Yo” y viceversa.
Si el hombre no se vive como una unidad no puede ir en la búsqueda de la unidad de los fenómenos externos.
He aquí una PARADOJA EXISTENCIAL, que marca a la humanidad a través de los tiempos. Es uno y todos a la vez.
¿Es que se hace necesario acuerdos, negociaciones de un orden, de algo, dado y valorado por alguien y por todos para la construcción de la Ciudadanía?
La respuesta es Sí...
La formación ciudadana requiere: acuerdos, negociaciones y valores. Integrados en un proceso histórico-socio-cultural, en un marco de interacción vinculo-relacional.
En la evolución humana nos volvimos seres culturales sin dejar de ser naturales. Es decir vivimos en una unidad cultural y biológica.
Pero no debemos perder de vista de que no se trata de vivir en una armonía temporal con la naturaleza y que más allá de esta tensión la política tiene el papel de coordinar y ordenar la convivencia de todos en torno a tareas comunes de la vida, con un máximo de libertad e igualdad.
La política no tiene la tarea de eliminar la ambivalencia humana el resultado de esa eliminación se traduce en: terrorismo, maniqueísmo, inquisición, autoritarismo.
Su papel fundamental es procurar controlar o suavizar esa ambivalencia de la que forma parte la humanidad sin olvidar que el “malestar” aparecerá en todos los ámbitos donde se desenvuelve el sujeto...
Por lo tanto los docentes podremos construir ciudadanía en un marco de politicas coherentes, donde se integre el conjunto de entrecruzamientos que produce la vida social.
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