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Una pareja de Tenerife recupera a su hijo del autismo recurriendo a un dieta
especial.

Raquel no se creía que su hijo le estuviera llamando por su nombre un año
después de que éste hubiera olvidado el lenguaje sin una explicación aparente.
"No puedo describir con palabras lo que sentí. Puede imaginarse las lágrimas de
emoción que derramamos en casa… ¡Ya no me acordaba cómo era el timbre de su voz!


De pronto la vida nos devolvía su dulce vocecilla, que sonaba como una flauta mágica". Doce meses antes, Andrés (el nombre es ficticio para proteger su intimidad) se embarcó en un viaje profundo hacia lo que los médicos llaman Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD), que hace referencia al autismo y
sus síndromes aparejados.


Andrés se convirtió en un niño extraño y malhumorado. Pasó a vivir en un
mundo propio, ajeno a sus padres y a los otros niños. Raquel y Santiago trataban
de llamarlo en vano, y no comprendían qué le había pasado a su hijo.


"Un día me di cuenta de lo más brutal de todo: el silencio", explica su
madre. "Ese día te despiertas de verdad y te das cuenta que tu hijo ya no habla.
Olvidó el lenguaje que tenía, se lo tragó el mismo sumidero que lo está
absorbiendo a él. Entonces corres a rebuscar en los cajones de la cómoda donde
guardas todas las cintas de vídeo que le grabaste meses atrás. Y las pones y las
revives sólo para convencerte a ti misma que no estás loca, que tu hijo hablaba,
que reía a carcajadas y tenía lenguaje, y decía 'mamá', 'papá', 'agua' y 'ajó',
como todos los demás bebés".


En su angustia, hubo cosas que Raquel no llegó a compartir sino hasta mucho
después. Como una tarde soleada en la azotea de la casa. El suelo quemaba y no
se podía andar descalzo. De pronto apareció Andrés caminando como si nada y se
quedó quieto, sin moverse. Raquel corrió a cogerlo en brazos, los pies del niño
estaban enrojecidos y ardían. Ella quedó tan impresionada con aquel episodio que
ni siquiera se lo contó a su marido. Más tarde supo que la insensibilidad al
calor, entre otras alteraciones neurosensoriales, es uno de los síntomas del
TGD.


La búsqueda


La primera reacción fue buscar información por internet, donde contactan con
padres en una situación parecida. Les aconsejan que consulten con un
especialista en desarrollo infantil, y es la primera vez que oyen hablar de
autismo y de terapias. A continuación se reúnen con la responsable de la
guardería, quien les confirma el retraso motor y cognitivo del niño. Una
pedagoga amiga de la familia les recomienda que lo lleven al pediatra. Andrés ya
tiene casi dos años.


La pareja comienza entonces un periplo que les lleva a visitar un pediatra,
un otorrino, un neurólogo, un psicólogo, un psiquiatra, un logopeda y un
psicomotricista. Este último es Miguel LLorca Linares, especialista en
Psicomotricidad de la ULL, quien les confirma una alta probabilidad de que su
hijo sufra un TGD, y les avisa que les llamarán para comenzar la terapia. Esto
último era urgente, ya que el éxito o fracaso en estos casos depende en buena
medida de coger a los niños a tiempo, cuando su cerebro todavía tiene
plasticidad y sus estructuras mentales están en formación.


La pareja no acepta que el autismo de su hijo no tenga curación, como les
habían explicado, y continúan rastreando internet para localizar cualquier dato
que les fuera útil. Encuentran a Karyn Seroussi,
una madre estadounidense autora de un artículo titulado Nosotros curamos el autismo de nuestro hijo, donde
explica una historia calcada a la de Andrés. Y añade un dato que resultaría
clave: su hijo había desarrollado una "alergia cerebral" a los productos lácteos
tras recibir la vacuna de la triple vírica, y eso le estaba provocando los
síntomas propios del autismo. Y lo mejor de todo: una vez que Karyn descubrió la
influencia de la alimentación en la conducta de su hijo, retiró la leche, el
queso, las galletas y todo lo que formaba parte de su dieta diaria, con
resultados asombrosos.


Lo explicado en el párrafo anterior resulta tremendamente polémico en el
campo médico. La mayor parte de la medicina actual no reconoce la influencia de
la dieta en los TGD, incluido el autismo. Pedro Javier Martín, Pediatra y
Psiquiatra Infantil del Hospital de Niños Doctor Guigou, en Santa Cruz de
Tenerife, lo explica así. "Llevo 15 años trabajando aquí, y cada dos o tres años
sale este tema. Es como las dietas para bajar de peso, que se ponen de moda". Se
refiere a las informaciones en prensa que se publican desde hace años acerca del
autismo y su relación con la dieta y la toxicidad de las vacunas.


"No hay estudios científicos que avalen esas teorías". La prueba según este
especialista es que en países pobres donde no se administran vacunas a los
niños, los datos de autismo son similares al de países como España. "Lo que
sucede, -apunta-, es que la edad de aparición del autismo, entre uno y tres
años, coincide con el periodo de vacunación de los pequeños". Esta es la opinión
generalizada entre los profesionales de la medicina.


Raquel y Santiago argumentan que no son los padres quienes tienen que hacer
esos estudios. "La medicina oficial siempre habla de 'una enfermedad de la que
poco se sabe y que no tiene cura'. Por eso no han recuperado un solo niño.
Cuando se les ofrece un caso de recuperación, en lugar de mostrar interés, se
cierran en su ortodoxia y sólo argumentan que 'no está probado científicamente'.
El protocolo biomédico en cambio ya ha sido capaz de recuperar a cientos de
niños por todo el mundo", explica la pareja.


El protocolo DAN


El protocolo biomédico o DAN (Vencer al Autismo Ahora, en sus siglas en
inglés) es un movimiento médico nacido en EEUU hace varias décadas que entiende
el autismo como una enfermedad multifactorial de origen neuro-inmunológico. Los
especialistas que lo aplican consideran que la base del problema está en los
defectos metabólicos o fallos enzimáticos junto a un sistema inmunológico débil.
Según esto, los síntomas del autismo serían consecuencia de la intoxicación con
metales pesados y otras sustancias debido a problemas en el metabolismo y de
asimilación de nutrientes en el intestino. Por eso aseguran que cuanto antes se
inicie la intervención dietética y la detoxificación, más probabilidades de
éxito.


"Si hubiéramos empezado la dieta con seis o siete años, seguramente Andrés no
habría mejorado tanto", reconoce su padre. "Además, esto funciona en los casos
de autismo metabólico o regresivo, y no tanto cuando hay un síndrome de
nacimiento marcadamente genético", comenta la madre. "Pero aún así lo probaría
siempre, porque es raro el niño que no mejora con un protocolo biológico", añade
ella.


La pareja dedicó muchas horas a estudiar este enfoque, principalmente a
través del Autism
Research Institute
de EEUU, mientras compartían sus experiencias con otras

familias con casos similares en distintos lugares del planeta. Ahí ya lo
tuvieron claro, y retiraron de la dieta del niño cualquier alimento que
contuviera las proteínas gluten o caseína, porque suponían que estaban dañando al niño. El trigo
fue sustituido por maíz; la leche de vaca por leche de almendras o arroz; el
supermercado por los herbolarios.


El gran cambio


A las dos semanas de iniciar la dieta, Andrés rompió su silencio y comenzó a
imitar el sonido de los animales. A las tres semanas pronunciaba palabras como
"má" (mamá) y "pá" (papá). A los dos meses, ya manejaba algunas palabras más.
"Era capaz de pedirme agua cuando tenía sed: 'Má, agua'. O capaz de devolverme
el plato vacío cuando terminaba de comer, añadiendo: 'Má, ya-tá'". A los cuatro
meses seguía ampliando su vocabulario, además de reconocer los colores, contar
del uno al diez o tararear canciones de memoria.


En la terapia de la universidad les preguntaban a Raquel y Santiago por esa
evolución tan favorable, y aseguraban que parecía otro niño distinto. También
cambiaron los comportamientos de su hijo. Las rabietas iban desapareciendo, así
como sus conductas inflexibles y repetitivas. Andrés estaba volviendo de su
viaje a ninguna parte.


Después de ese cambio y de algunos encontronazos con profesionales de la
salud al tratar de explicarles este método, la pareja perdió la confianza en
ellos y empezó a confiar en la biomedicina, un área de conocimiento que se
centra en los aspectos biológicos de la medicina, como los procesos moleculares
y celulares.


Le realizaron al niño pruebas analíticas relacionadas con el metabolismo del
autismo, la mayoría en laboratorios extranjeros. Así descubrieron una presencia
de hongos y levaduras (cuadro de candidiasis crónica) en su intestino, que no le
permitían metabolizar los alimentos de forma correcta. Al mismo tiempo se
constató un nivel alto de mercurio, aluminio y otros metales pesados en su
cerebro.


Entre pruebas, suplementos, alimentación y demás prescripciones del
tratamiento, calculan haber desembolsado hasta la fecha más de 3.000 euros, lo
que definen como "un sacrificio económico inmenso por la total falta de
reconocimiento de este tratamiento por el sistema nacional de salud en
España".


También se han puesto en manos de la doctora Rosella Mazzuka, especialista en
protocolos biomédicos. "Desde la concepción del embrión, el niño es bombardeado
por sustancias neurotóxicas como el timerosal y el hidróxido de aluminio
contenido en las vacunas y otras fuentes", comenta. Muchos de los niños con
síntomas autistas "tienen un déficit de la metilación hepática, o sea, no
detoxifican bien, y eso hace que se intoxiquen. Presentan además intolerancia y
alergia al gluten y la caseína, con síndrome de mala absorción (intestinal) que
produce grandes déficits nutricionales, y eso altera la neurotransmisión. Al
corregir la alimentación, tratando el intestino y detoxificando al niño, el
autismo es tratable y recuperable", asegura.


Andrés, hoy


Con tres años y medio, y uno después de que volviera a hablar y a comportarse
como un niño normal, Andrés ha empezado el colegio sin problemas. "Dentro de
poco, el ligero retraso en el lenguaje que presenta, debido al frenazo que tuvo
durante más de un año, será una anécdota. Se está poniendo al día de forma
acelerada. Nadie que lo vea hoy en día sospecharía que tuvo un Trastorno del
Espectro Autista ", aseguran sus padres.


Sobre la dieta de su hijo, no confían en que sea aceptada a corto plazo por
la medicina actual, en vista de sus experiencias. "Va a costar unos buenos años
que se conozca aquí, la pena son los niños que se pierden por el camino",
comenta Raquel. "Tengo fe en que esto se llegue a ver algún día, cuando la
biomedicina y la biogenética entren en la universidad".


Lo que ahora exigen muchas familias con experiencias similares es un
protocolo de prevención en el calendario de vacunas. "No puede ser que en 15
meses de vida les metan 20 virus en el cuerpo y que no se tomen precauciones con
los niños inmunodeprimidos o con problemas metabólicos a los que pueden afectar
ciertas sustancias y excipientes", comenta Santiago. "Se está vacunando a
destajo, con multidosis muy agresivas, sin ningún criterio preventivo sobre los
niños que pueden ser hipersensibles", señala.


En España ya se están llevando a cabo las primeras acciones judiciales por
esta cuestión. En la sección 4ª de la Audiencia Nacional hay un juicio abierto
por una demanda de 70 familias con hijos autistas contra laboratorios
fabricantes de vacunas con timerosal y contra el Ministerio de Sanidad,
respaldados por la Asociación para Vencer el Autismo y el T.G.D. (AVA). En Chile
hay un proyecto en marcha para eliminar el timerosal de todas las vacunas, que
ya ha sido aprobado por una de las dos cámaras legislativas.


"Me escriben padres de España, de Miami, de todos lados", explica Raquel, que
en su momento escribió un blog narrando su experiencia. "Pasé horas delante del
ordenador leyendo como una loca. Ahora ya estoy un poco más desconectada, porque no puedo ayudar a todo el mundo. Pero ¿cómo me voy a callar?"

 

Fuente: LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. - CANARIASINVESTIGA.ORG

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Comentario de DIGICULTURIZAR el octubre 4, 2011 a las 3:52pm
Lo que mas me gusta y me llama poderosamente la atencion, es la busqueda incansable que hicieron estos Papas para ver otras soluciones y opciones .Como en muchas situaciones de la vida,no podemos quedarnos resignados y ser pasivos...en muchas ocasiones abrir la mente nos da la oportunidad de encontar la respuesta y el camino para salir adelante!
Comentario de María de Lourdes Villaseñor Bell el septiembre 26, 2011 a las 9:05pm
Esperanzadora noticia, muchas madres sentirán que una luz se ve en su obscuro camino. Gracias Natalia por tus hermosos mensajes y por compartir tanto con todos nosotros. Un abrazo
Comentario de Normalu el septiembre 25, 2011 a las 11:55pm

Realmente hace falta incluir contenidos en la formación docente, que apunten a la indentificación de problemas de salud, puesto que en ocasiones se confunden éstos con una capacidad intelectual baja y lo más triste de todo es que una vez etiquetado al niño, se convence de que lo único que es posible esperar de el son resultados académicos bajos y poco desarrollo en el área

Comentario de José Manuel el septiembre 25, 2011 a las 2:51pm
Ni opino, ni juzgo, pero creo que debe ser leído... Entre mis amigos y amigas dedicados a la educación es posible que pueda interesar y mi deseo es que nunca tengan que hablar a una familia sobre este artículo...
Comentario de Edita Martinuzzi el septiembre 24, 2011 a las 6:50pm

Hola : gracias natalia por enviar.-cuantos padres angustiados te estarán lwyendo y teniendo una esperanza.-

siempre espero tus mensajes tan interesantes.- te mando un beso  edita

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