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Si intentas inculcar disciplina, los estímulos positivos te llevarán bastante más lejos.

Nuestro rol primario como padres es de educadores. Cuando nuestros niños se comportan mal, es una oportunidad de enseñarles algo. Muchas veces perdemos estas oportunidades de educarlos, y en vez de ello nos enfocamos en lo que podemos hacer en el corto plazo para lograr que se comporten bien. Amenazamos, sobornamos y castigamos a nuestros hijos para que se comporten – sin embargo, a largo plazo, creamos una barrera más grande para ser padres efectivos.

Nosotros los padres no deberíamos inculcar miedo en nuestros hijos, ni tampoco deberíamos amenazar con utilizar poder sobre nuestros hijos.

Escúchate a ti mismo mientras le hablas a tus hijos. Si muchas de tus peticiones o afirmaciones disciplinarias terminan con “o si no…”, entonces puede que estés disciplinando con amenaza.

“Clara, deja de hacer eso inmediatamente o no recibirás postre”.

“Pide perdón Ben, o no irás a la fiesta de cumpleaños de Jack”.

“Llega a tiempo a casa, Sara, o estarás castigada el fin de semana siguiente”.

Las amenazas pueden producir una respuesta deseada a corto plazo, pero no son un método sano de relacionarse con los niños, especialmente en forma continuada. Las amenazas son intimidantes, manipuladoras y perjudican el crecimiento.

¿Por qué amenazan los padres? Ellos se sienten incapaces de lograr que sus hijos se comporten, y no conocen otra forma. Pero existe una mejor alternativa…

No amenacen, eduquen


Los niños necesitan conocer las razones por las cuales ellos deben comportarse de la forma en que queremos que se comporten, así que enfóquenlos en los beneficios positivos de la buena conducta. Se les debe hablar de manera delicada acerca de la conducta apropiada y educarlos a través de la discusión. Es educativo y provee mucho más incentivo para que se comporten adecuadamente.

La buena conducta debería ser alentadora para ellos. Los niños necesitan saber que su buena conducta marca una diferencia. Ellos necesitan tener placer al hacer lo correcto.

Fomenta la buena conducta hablando con tu hijo.

El primer paso para fomentar la buena conducta es hablar con tu hijo. Sí, hablar, hablar y hablar. Explícale porque quieres que se comporte de cierta manera. Dile porque es lo correcto. Háblale acerca de cuan bien se sentirá al haber hecho lo correcto. Y si hay un beneficio para otros, entonces explícale eso también.

Veamos algunos ejemplos:

1. Amenaza: “Dina, si no dejas de hablar tan fuerte en la biblioteca, vamos a tener que irnos antes de la hora de los cuentos, y eso también significa que no habrá helado en el camino a casa”.

1. Educación: “Dina, cuando somos silenciosos en la biblioteca, entonces otras personas pueden concentrarse en sus estudios”.

2. Amenaza: “Mijael, si te escucho de nuevo llamar a tu maestra por ese nombre voy a lavarte la boca con jabón”.

2. Educación: “Mijael, entiendo que tienes sentimientos negativos hacia tu maestra, pero sigue siendo importante hablar respetuosamente. Todas las personas merecen respeto y te sentirás mejor contigo mismo si puedes controlar tu deseo de llamarla por nombres feos”.

3. Amenaza: “David, aún no has llamado a tu entrenador para agradecerle por todo el tiempo extra que pasó contigo esta temporada. No vamos a ir al centro comercial a comprar zapatos hasta que lo llames”.

3. Educación: “David, ¿sabes lo bien que se sentiría tu entrenador si lo llamas? Es muy alentador para el entrenador escuchar acerca del impacto que él tiene sobre sus jugadores. Él se sentirá muy apreciado y luego querrá darles a otros niños la atención extra que ellos necesitan para jugar mejor. Tú también te sentirás muy bien contigo mismo por haber hecho lo correcto”.

Imagínate si tu esposo dijera: “Si no llevas estas camisas a la lavandería, entonces no voy a ir al cine contigo”.¿Cómo te sentirías? A nadie le gusta ser amenazado para hacer algo.

Por supuesto que amenazas serias, como dejar a un niño solo en casa, son extremadamente dañinas y deben ser evitadas siempre. Y nunca amenacen con mandar a un niño a la cama sin cenar, la salud de su hijo no es un arma para utilizar en su contra.

Tom, de 3 años, arrancó un dibujo que le gustaba de un libro de la biblioteca. Su padre restringió su impulso de pegarle, dándose cuenta de que Tom realmente no entiende que está mal romper un libro. Él le explicó como el libro pertenece a otra persona, como debemos tratar las cosas de otras personas cuidadosamente, y cuan desilusionado estará el siguiente niño cuando vaya a leer un libro dañado.

La meta debe ser, en primer lugar, la educación. Esto producirá mejor conducta. Y después de todo, ¿no es esa nuestra meta central?

Sobornos y recompensas


No intenten sobornar a su hijo para que se comporte mejor.

Los padres a menudo recurren a los sobornos cuando están en medio de una situación difícil, como cuando dos niños han estado peleando constantemente. La madre grita en desesperación: “Si dejan de pelear entonces ambos podrán comer helado”.

No caigan en esta trampa. Los padres que sobornan a sus hijos no están en control. Ellos no saben que más hacer para lograr cooperación, así que ofrecen golosinas como pago por conformidad.

No confundan las recompensas con sobornos. Un sistema de recompensas es planificado con anticipación, y el niño sabe que recibirá algo por hacer lo que debe hacer (o por abstenerse de un comportamiento negativo).

Una recompensa puede ser un dinero semanal si es que el niño limpia su habitación. Un soborno es cuando el padre dice, “Limpia tu habitación y te daré un dólar”.
Ya que no podemos esperar que los niños hagan las cosas correctas por su valor inherente, ellos necesitan recompensas para endulzar el proceso. Recompensar a los niños por la buena conducta motivará a más de ella. Elógialos, ponles estrellas en una tabla, o lleva a los niños a paseos especiales para demostrarles cuanto apreciamos su cooperación.

Sin embargo, a veces recompensamos demasiado y las recompensas pueden volverse un problema. El Rabino Yoel Schwartz dice que debemos ser cuidadosos acerca de prometer recompensas por todo. Los niños también necesitan aprender a comportarse bien porque “es lo correcto”, no solamente por la recompensa prometida. Ellos necesitan saber que cuando los padres les piden hacer algo, ellos tienen la obligación de escuchar.

Los niños también necesitan apreciar que ellos contribuyen a la empresa familiar.

Pero sean juiciosos con las recompensas. La esperanza es que eventualmente, los niños no necesitarán de ellas – y el placer de actuar apropiadamente será motivación suficiente.

por Jana Heller publicado en Aish Latino

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Respuestas a esta discusión

Si partimos de las concepciones modernas de la educación, deberíamos ser coherentes en la práctica con aquellos alumnos que tienen necesidades especiales educativas. La conducta cotidiana de un ser humano, es producto de las expereincias significativas que ha vivido y construido a lo largo de su existencia, de sus relaciones y la diversidad de variables que de ellas se desprenden. En el mundo de la diversidad, es imposible estandarizar una conducta específica para aquellos alumnos o hijos, que nos resultan incómodos, o que han tenido y vivido factores "negativos" que determinan su forma de ser y actuar. Las posibilidades de encontrar maneras adecuadas de comportamiento al grupo social, se construyen en las experiencias educativas y fundamentalmente en la comunicación, que es básica para que establezca una buena relación interpersonal; la comunicación debe ser profunda, es decir, auténtica, de tal forma que haga madurar al sujeto orientado, impulsándole a desarrollar sus posibilidades, a ser él mismo; por lo tanto, la comunicación se constituye en el elemento imprescindible de la orientación a la persona.
Toda relación humana es comunicación, en educación nos referimos a una comunicación más profunda- existencial- integrada por elementos verbales y no verbales o paralingüísticos. Es un "conectar", seguido de un "entregar" o hacer partícipe a alguien de algo propio; una relación real establecida entre dos, o mas, seres, en virtud de la cual uno de ellos participa del otro, o ambos participan entre sí; la relación es inseparable de la "comunicación". Podríamos afirmar que se necesita una cierta relación para que exista la comunicación, y que ésta, a su vez, es necesaria para lograr la orientación personal.
Sería de interés general además, establecer los límites entre las acciones "correctivas" de la conducta y el maltrato, a que están expuestos muchos niños y niñas en el afán de lograr moldear comportamientos y evadir la educabilidad de la autonomía responsable en cada uno de nuestros hijos, alumnos y congéneres.
Como maestra me encuentro con situaciones inesperadas: ante una nota baja, el alumno se desarma en un mar de lágrimas que llama la atención, cuando le pregunto por qué me explica que si no llevaba una buena nota a la casa le quitarían la TV o la compu por una semana. Estas situaciones distorcionan el aprendizaje escolar. Si un alumno obtuvo una baja nota es bueno rever qué pasó, cómo estudió, qué dificultades tiene, etc. El agregado del castigo extra desde la casa lo único que logra es sumar una tensión más a la situación evaluativa, o tal vez recurrir a engaños para evitar el castigo anunciado. Lejos de esto está poder aprender y comprender que de los errores se aprende. Lo dejo para reflexionar.
Interesante ahondar en el tema. Algunos paradigmas emergentes, proponen infinidad de cosas y actitudes, experiencias, procesos... que apuntan al tratamiento de la "conducta no deseada", y nos encontramos con la confrontación de las manifestaciones de los niños y niñas y las conductas asumidas por los educadores en su propio proceso personales.
En mi pensar, estimo que el educador se coloca entre dos polos (en medio) El saber y el Hacer (Conocimiento - educador- práctica), para hacer posible la adquisición por parte del alumno de una manera X de SER. Sin embargo para poder hablar de MEDIACIÓN>> en lo que respecta a la personalidad es necesario definir el modelo hipotético de persona que sirva de referente, para ejercer la mediación entre dicho modelo y el alumno.
Partamos del modelo axiológico como si fuese el recipiente en donde se han puesto los aportes de las diversas corrientes educativas. Encontraremos una finalidad sobre la cual no existe discusión>>: la socialización y su preparación para la vida como personas responsdables, autónomas y libres en un cierto medio social y cultural>>. En un sistema democrático no cabe más opción que construir demócratas: personas creadas para la convivencia ciudadana pacífica, participativa y sin discriminación; educadas en libertad y solidaridad. A la educación se le asignan tres objetivos que surgen del conocimiento de la naturaleza y de la sociedad: humanizadora, creadora de cultura y liberadora.
Un abrazo a todo el grupo y a tí en especial.
Leo Aish Latino con bastante frecuencia, a veces coincido otras veces no en cuanto a algunos conceptos. Pero me interesa la pregunta que surge de este articulo "¿ Que es portarse bien y que es portarse mal ?"
No la llevo al plano de la escolaridad, exclusivamente. Es una pregunta que creo, tiene mas que ver con nosotros mismos.
Premiamos y castigamos conductas, y es que nos preguntamos quizas que dicen esas conductas? Nos preguntamos , mas aun, que creemos, interpretamos o pensamos que quieren decir para nosotros mismos?
La conducta como un lenguaje que interpretamos y que se asocia a nuestras propias construcciones. Me pregunto acerca de los limites y creo que en general se piensan en ellos para los niños y se piensan en terminos de poner limites. Particularmente considero que lo mas que podemos es señalar los limites, un "atenti" ...los limites no son una forma de dominio si pretendemos salud, los limites son realidades que se construyen de acuerdo con (justo), acuerdos!
Solo estoy pensando
Los limites señalan solo nuestra humanidad, quizas no debieramos pensar en enseñar a portarse bien, sino a ser humanos en la vida.
Ser humanos en la vida!!!! qué compromiso tan profundo.

Yo me enfrento continuamente a la disyuntiva de cómo enseñar a mi hijo con discapacidad intelectual severa a respetar límites, a respetarse a sí y a los demás. En ocasiones, me siento confundida pues la respuesta de él a mis comunicaciones es como si no hubiera entendido (él tiene limitada su posibilidad de comunicación), y en otras, es obvio que ha comprendido y su respuesta es contundente. Como a todo adolescente, no le agradan los límites, y los enfrenta, en ocasiones, de forma violenta.
A pesar de que he estudiado una y otra vez, un libro que me encanta (Disciplina con dignidad) de pronto me descubro que estoy intentando controlar y hasta chantajear... Creo que llegar a acuerdos con él es lo que necesito tener presente constantemente, pero no es un camino sencillo.
Este diálogo me he abierto nuevamente la puerta para seguirlo buscando
Gracias por tu comentario y reflexión. Buscaré algunos apuntes que tengo sobre el libro Disciplina con dignidad, para compartirlos aquí con todos los colegas.
Saludos!
Natalia

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