A diferencia de Uruguay, nuestros planes para dotar de PC a alumnos de zonas necesitadas se hallan visiblemente demorados
En pocos días más, Uruguay se convertirá en el primer país del mundo donde cada alumno y cada maestra de la escuela primaria tendrán su computadora con conexión de banda ancha. De los 2360 colegios primarios estatales en todo el territorio uruguayo, sólo resta que reciban su PC los alumnos de 33 escuelas de Montevideo. Así, el plan Ceibal, que lanzó el gobierno de Tabaré Vázquez hace tres años, está por cumplir la ambiciosa meta de que cada chico y cada maestro de las escuelas de educación primaria del país tengan su computadora portátil.
En diciembre de 2006, el presidente Tabaré Vázquez había lanzado el plan, un año después de haber escuchado la propuesta que el norteamericano Nicholas Negroponte presentó en el Foro Económico Mundial de Davos de producir computadoras portátiles de bajo costo, un desarrollo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), para disminuir la brecha digital en los países menos desarrollados. El mandatario uruguayo dijo que para 2009 habría una computadora por niño para "equiparar tecnológicamente" a todos los chicos.
Es bueno que un gobierno cumpla sus promesas, sobre todo si éstas fueron hechas para mejorar la educación de todos. Lo que ocurre es que, aunque las comparaciones son odiosas, no podemos dejar de pensar que algo así debería haber ocurrido en la Argentina.
Uno de los anuncios que más esperanzas habían despertado en el ámbito educativo argentino fue el que hizo, en 2005, el entonces ministro de Educación Daniel Filmus, cuando aseguró que la Argentina compraría un millón de computadoras portátiles para los alumnos de "lugares necesitados" del país, dentro del proyecto "Una laptop por niño", justamente el de Negroponte. También en esa oportunidad había afirmado el ministro que nuestro país se convertiría en el primero de habla española que construiría laptops a un costo de sólo 100 dólares para que fueran de los estudiantes.
Lo que finalmente no se concretó aquí se realizó en Uruguay. Este logro fue, incluso, saludado recientemente por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de la Argentina, en un comunicado donde se destacó que el equipo del plan Ceibal había cumplido "con sensibilidad y eficiencia las instrucciones del presidente Tabaré Vázquez" y era un espejo donde los argentinos y latinoamericanos pueden y deben mirarse.
La situación en la Argentina es hoy, lamentablemente, muy distinta. El Ministerio de Educación dejó de lado el proyecto de Negroponte, dado que, aparentemente, los prototipos enviados por ese programa no ofrecieron resultados satisfactorios en la última evaluación efectuada, y porque los costos finales tampoco eran los esperados. Sin embargo, el representante regional de Negroponte, en un comunicado, expresó que la fundación no sabe cómo el ministerio llegó a esa conclusión ni cuáles fueron las pruebas técnicas realizadas sobre los prototipos enviados, pero que fue esto lo que les impidió seguir participando.
Posteriormente, en abril de este año, cuando el ministerio todavía estaba a cargo del profesor Juan Carlos Tedesco, se relanzó el plan "Un alumno, una computadora", pero se especificó que las PC costarían alrededor de 200 dólares y estarían destinadas a profesores y alumnos del ciclo superior de las escuelas técnicas oficiales, tanto industriales como agropecuarias.
Sólo en agosto pasado se llamó a una licitación pública internacional para la compra de laptops, para lo cual se invertirán unos 85 millones de dólares en la compra de unos 250.000 ordenadores (no un millón, como había sido el plan original). De acuerdo con esto, la primera tanda de computadoras estaría lista alrededor de fin de año y el resto, sólo en el transcurso de 2010. Según informó también el ministerio, finalmente se presentaron 13 oferentes "en igualdad de condiciones", aunque sólo cuatro lo hicieron para el sector de las laptops, todas, por encima de los 300 dólares.
Cuatro años después, la Argentina vuelve al punto de partida con las manos vacías y con la perturbadora sensación para la opinión pública de que, además de haber utilizado desaprensivamente el nombre y el prestigio de un proyecto como el de la Fundación Negroponte, una vez más no se han hecho las cosas de manera sensata, eficaz y transparente. Las PC llegarán a las manos de sus justos usuarios bastante más caras de lo que se había calculado en un principio y en un número mucho menor.
Cabe insistir en que las comparaciones son odiosas, pero también resultan inevitables. La firme convicción que existe en el país vecino sobre la importancia de la educación y su incidencia en el desarrollo futuro como nación es más que evidente. Si la Argentina y sus gobernantes no participan del mismo concepto, será inútil invertir millones y millones de dólares en ello. Pero también es cierto que si la sociedad argentina en su conjunto no exige de sus representantes que cumplan con sus promesas con transparencia, poco lugar quedará para quejarse, salvo seguir postergando y negando a millones de argentinos la posibilidad de acceder a un futuro mejor, y saludando los logros de nuestros vecinos con secreta envidia. A la hora de ejecutar las políticas educativas, el compromiso con nuestros niños debe ser prioritario.
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