Hola Laura
Me gustó mucho tu mensaje. Y al respecto quería dejar una experiencia que hace mucho registre cuando era periodista. Entrevisté a una docente compatriota de Victor Cardenas (de Colombia) y me pareció muy interesante: la transcribo
Entre las entrevistas que realicé, destaco la aportada por Lara, una docente de un pueblo pequeño de Pitalito, Colombia, porque demuestra como, junto con la directora, implementaron un modo de sancionar han sido efectivo e ingenioso.
Agustín ( de diez años) era un niño de una familia de buena posición económica, muy agresivo e inquieto. Descargaba su rabia contra lo que se ponía delante. Lara, su maestra, no sabía ya que hacer para detenerlo, había llamado a sus padres, pero estos decían no tener idea de porque el niño se comportaba de ese modo. Mientras tanto Agustín continuaba con sus rabietas
Un día, los chicos entraron al aula luego de un recreo, y se encontraron con una desagradable sorpresa: varios de los pupitres estaban rotos.
Uno tenía una pata cortada, a otro se le había despegado la mesa, es decir: un verdadero desastre. Era obvio que el daño había sido llevado a cabo por alguien ( o por varios ) durante el recreo.
Durante algunos días duró el misterio. Por fin se supo que los responsables habían sido Agustín y dos de sus compañeros ( Fabricio y Matías).
La maestra y la directora llamaron a los padres de inmediato para hacer una reunión y contarles lo sucedido
El padre de Agustín entonces sacó su billetera y preguntó a cuanto ascendía el monto del daño, es decir cuanto dinero se requería para comprar pupitres nuevos.
Pero Elsa, la directora, lo detuvo con un gesto− Vamos a necesitar dinero, pero primero debemos hablar con Eusebio
Eusebio es quien se encarga del mantenimiento de la escuela. −Lo que sí voy a necesitar en forma inmediata − explicó Elsa− es el consentimiento firmado para que los niños se queden una hora mas en la escuela ya que esa será, en parte, la sanción.
La reunión concluyó con los tres permisos firmados. Lara y Elsa fueron en busca de Eusebio, le mostraron los pupitres rotos− ¿Se pueden arreglar?
Eusebio los miró con detenimiento unos minutos − Si…, como poder..
−¿Y cuanto cobraría usted por hacer el trabajo?
Eusebio− me comentó Lara− esta a cargo del mantenimiento edilicio de la escuela pero por supuesto no tiene porque trabajar más horas si alguien comete un destrozo, eso se paga aparte.
Eusebio dijo una cifra.
−¿Y por lograr que sean tres niños quienes hagan el trabajo bajo su supervisión?
Eusebio miró a la directora − No entiendo.
Entonces ella le explicó su plan.
El lunes los tres niños debieron quedarse después de hora.
−Estan sancionados− les explicó la maestra.
−No nos van suspender? − preguntó Agustín.
−Al contrario. −Dijo Lara − se van a quedar acá mas tiempo y deberán reparar los pupitres que rompieron, Eusebio les va a decir como se hace.
Los tres niños hicieron el trabajo. Elsa supervisó que todo quedara bien hecho. Los honorarios de Eusebio fueron pagados por los tres padres.
El trabajo llevó algo más de tiempo que si lo hubiese hecho Eusebio sin “ayuda”, pero las sillas quedaron en perfecto estado.
Luego, los tres las restituyeron al aula y pidieron disculpas al resto de los compañeros.
Ese día era tal la exaltación general que Lara notó que debían hablar del tema.
−¿Porque es importante no romper las cosas de todos?
Fue el tema de debate propuesto.
Todos hicieron comentarios, y quedó claro que Agustin, Matías y Fabricio habían aprendido una lección.
En otras escuelas me han comentado que sanciones similares a esta, que requerían algún tipo de trabajo comunitario, daban buen resultado.
Riki, un niño muy agresivo de un bario marginal de la ciudad de Buenos Aires fue enviado castigado a la biblioteca de la escuela a restaurar los libros que se habían roto con el uso. Poco a poco se fue interesando en su trabajo, y entre tapas y hojas sueltas comenzó a leer, al principio algunos libros con historietas, luego libros para niños pequeños y por fin se animó a los relatos más largos.
Con el tiempo Riki se convirtió en el ayudante mas eficaz de la bibliotecaria, porque no sólo restauraba sino que además recomendaba (asi como al pasar) libros a sus compañeros− Ese está bueno− decía− Se trata de un “chabón” que se perdió en una isla, y se quedó “solari”− Elogió en una oportunidad a “Robinson Crusoe” el clásico de Daniel Defoe.
Aquello que comenzó como una sanción fastidiosa culminó con una posible salida a su situación marginal, ya que es sabido que el acceso a los bienes culturales puede modificar la situación de muchos chicos"
Conclusión actual: Porque en vez de expulsar a esos chicos ( muy mal educados) del sistema educativo no los castigamos con tareas comunitarias: limpiar los baños y hacerlo bien, de acá a afin de año por ejemplo.
Laura
La felicito por su árticulo, soy docente colombiano y los problemas de convivencia en la escuela son por el mismo estilo o peores, para citar los más visbles las agresiones tanto fisicas como verbales a los docentes, el irrespeto es cada dia mayor, en fin la situación es delicada e igualmente los docentes debemos tomar la iniciativa, sin olvidar que somos ante todos pedagogos.
Victor
torvic68@gmail.com
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Me gustó mucho tu mensaje. Y al respecto quería dejar una experiencia que hace mucho registre cuando era periodista. Entrevisté a una docente compatriota de Victor Cardenas (de Colombia) y me pareció muy interesante: la transcribo
Entre las entrevistas que realicé, destaco la aportada por Lara, una docente de un pueblo pequeño de Pitalito, Colombia, porque demuestra como, junto con la directora, implementaron un modo de sancionar han sido efectivo e ingenioso.
Agustín ( de diez años) era un niño de una familia de buena posición económica, muy agresivo e inquieto. Descargaba su rabia contra lo que se ponía delante. Lara, su maestra, no sabía ya que hacer para detenerlo, había llamado a sus padres, pero estos decían no tener idea de porque el niño se comportaba de ese modo. Mientras tanto Agustín continuaba con sus rabietas
Un día, los chicos entraron al aula luego de un recreo, y se encontraron con una desagradable sorpresa: varios de los pupitres estaban rotos.
Uno tenía una pata cortada, a otro se le había despegado la mesa, es decir: un verdadero desastre. Era obvio que el daño había sido llevado a cabo por alguien ( o por varios ) durante el recreo.
Durante algunos días duró el misterio. Por fin se supo que los responsables habían sido Agustín y dos de sus compañeros ( Fabricio y Matías).
La maestra y la directora llamaron a los padres de inmediato para hacer una reunión y contarles lo sucedido
El padre de Agustín entonces sacó su billetera y preguntó a cuanto ascendía el monto del daño, es decir cuanto dinero se requería para comprar pupitres nuevos.
Pero Elsa, la directora, lo detuvo con un gesto− Vamos a necesitar dinero, pero primero debemos hablar con Eusebio
Eusebio es quien se encarga del mantenimiento de la escuela. −Lo que sí voy a necesitar en forma inmediata − explicó Elsa− es el consentimiento firmado para que los niños se queden una hora mas en la escuela ya que esa será, en parte, la sanción.
La reunión concluyó con los tres permisos firmados. Lara y Elsa fueron en busca de Eusebio, le mostraron los pupitres rotos− ¿Se pueden arreglar?
Eusebio los miró con detenimiento unos minutos − Si…, como poder..
−¿Y cuanto cobraría usted por hacer el trabajo?
Eusebio− me comentó Lara− esta a cargo del mantenimiento edilicio de la escuela pero por supuesto no tiene porque trabajar más horas si alguien comete un destrozo, eso se paga aparte.
Eusebio dijo una cifra.
−¿Y por lograr que sean tres niños quienes hagan el trabajo bajo su supervisión?
Eusebio miró a la directora − No entiendo.
Entonces ella le explicó su plan.
El lunes los tres niños debieron quedarse después de hora.
−Estan sancionados− les explicó la maestra.
−No nos van suspender? − preguntó Agustín.
−Al contrario. −Dijo Lara − se van a quedar acá mas tiempo y deberán reparar los pupitres que rompieron, Eusebio les va a decir como se hace.
Los tres niños hicieron el trabajo. Elsa supervisó que todo quedara bien hecho. Los honorarios de Eusebio fueron pagados por los tres padres.
El trabajo llevó algo más de tiempo que si lo hubiese hecho Eusebio sin “ayuda”, pero las sillas quedaron en perfecto estado.
Luego, los tres las restituyeron al aula y pidieron disculpas al resto de los compañeros.
Ese día era tal la exaltación general que Lara notó que debían hablar del tema.
−¿Porque es importante no romper las cosas de todos?
Fue el tema de debate propuesto.
Todos hicieron comentarios, y quedó claro que Agustin, Matías y Fabricio habían aprendido una lección.
En otras escuelas me han comentado que sanciones similares a esta, que requerían algún tipo de trabajo comunitario, daban buen resultado.
Riki, un niño muy agresivo de un bario marginal de la ciudad de Buenos Aires fue enviado castigado a la biblioteca de la escuela a restaurar los libros que se habían roto con el uso. Poco a poco se fue interesando en su trabajo, y entre tapas y hojas sueltas comenzó a leer, al principio algunos libros con historietas, luego libros para niños pequeños y por fin se animó a los relatos más largos.
Con el tiempo Riki se convirtió en el ayudante mas eficaz de la bibliotecaria, porque no sólo restauraba sino que además recomendaba (asi como al pasar) libros a sus compañeros− Ese está bueno− decía− Se trata de un “chabón” que se perdió en una isla, y se quedó “solari”− Elogió en una oportunidad a “Robinson Crusoe” el clásico de Daniel Defoe.
Aquello que comenzó como una sanción fastidiosa culminó con una posible salida a su situación marginal, ya que es sabido que el acceso a los bienes culturales puede modificar la situación de muchos chicos"
Conclusión actual: Porque en vez de expulsar a esos chicos ( muy mal educados) del sistema educativo no los castigamos con tareas comunitarias: limpiar los baños y hacerlo bien, de acá a afin de año por ejemplo.
La felicito por su árticulo, soy docente colombiano y los problemas de convivencia en la escuela son por el mismo estilo o peores, para citar los más visbles las agresiones tanto fisicas como verbales a los docentes, el irrespeto es cada dia mayor, en fin la situación es delicada e igualmente los docentes debemos tomar la iniciativa, sin olvidar que somos ante todos pedagogos.
Victor
torvic68@gmail.com