¿Existe una relación entre la forma en que uno se expresa y su estilo de liderazgo?
Estoy convencido de que el hecho de que una persona se exprese de forma sencilla y directa o, por lo contrario, lo haga alambicada y tortuosa dice mucho de cómo concibe la relación con sus colaboradores y otros colegas.
Cuando una persona escribe con frases innecesariamente largas y complicadas, utiliza vocablos de uso poco común y abusa de la jerga profesional o de la organización, a menudo se está refugiando en la complejidad para esconder su inseguridad y la falta de claridad de sus ideas. Más que comunicar con eficacia busca impresionar.
Esta clase de personas tiene la sensación de que si utiliza un léxico llano y frases sencillas serán percibidos como gente simplona e ignorante. Buscan de forma inconsciente que sus lectores no alcancen a entenderlos del todo o que lo hagan con esfuerzo para demostrarles que no están a su altura intelectual. Mediante el dominio de la jerga y su estilo esotérico creen que afianzan su autoridad.
En cambio, los líderes genuinos, las personas que son una autoridad racional y no meramente ostentan una potestad de mando formal, tienden a expresarse con claridad meridiana, sin grandilocuencia, sin un recurrir a palabras rebuscadas para marcar las distancias con el lector. Escriben casi como hablan. Tal vez mejor, porque la escritura no es tan inmediata e irreversible como el habla. Se puede meditar y corregir antes de ser difundida.
Cuanto más lúcidamente piensa alguien, mejor se expresa. Y viceversa. Porque la palabra es la herramienta del pensamiento. Éste no existe al margen del lenguaje. De manera que podemos mejorar nuestra capacidad para pensar y para relacionarnos eficazmente con los demás entrenándonos en el manejo de esta herramienta. Podemos enriquecer nuestro vocabulario para expresarnos con mayor precisión y variedad, podemos mejorar la forma en que construimos las frases para economizar el esfuerzo de atención de nuestros lectores, podemos escribir con mayor corrección para evitar equívocos y una mala impresión sobre nuestra profesionalidad, podemos crear un estilo propio que realce nuestra personalidad.
La simplicidad en la expresión está también relacionada con la capacidad de escucha. Los amigos de la verborrea suelen ser charlatanes que no prestan atención a sus interlocutores, que sólo están interesados en “venderte” su punto de vista. Como van a lo suyo, no se esfuerzan en conectar con la experiencia del lector, en hacerse comprensibles ni en procurar ser amenos.
Escribir bien, ya sea un informe, un artículo o un simple e-mail, no debe ser sólo una preocupación de los jefes. Debe se la aspiración de quien quiera ser líder. Lo que no tiene que ver con tener mando, sino con la capacidad de inspirar y conducir a los demás. No podrás conseguirlo sin habilidades de comunicación. El dominio de la palabra escrita debe formar parte de tu bagaje allí donde vayas.
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Hasta aquí el artículo escrito por Agustín Pérez, Director de Ágora Social. En mi opinión escribir bien debe ser no sólo una preocupación y aspiración de todos los docentes en tanto somos líderes de nuestros alumnos, sino que debe ser una obligación ya que debemos educar con el ejemplo y si no somos claros al transmitir una idea por escrito difícilmente podamos ser buenos educadores.
¿No les parece?
Saludos
Natalia Gil
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