autoestima (5)

ES MEJOR QUE "NO SE OBSESIONEN CON EL ÉXITO"

 

MADRID, 14 Mar. (EUROPA PRESS) -

 

 fotonoticia_20120314103951_225.jpg Investigadores de la Universidad de Poitiers, en Francia, aseguran que los niños pueden obtener mejores resultados en la escuela y estar más seguros de si mismos si se les inculca que el fracaso es algo que forma parte del aprendizaje, en lugar de estar encima de ellos para que saquen buenas notas a toda costa.

   Así se desprende de un nuevo estudio publicado en el 'Journal of Experimental Psychology' de la Sociedad Americana de Psicología, en el que se ha puesto de manifiesto que "cuando los estudiantes se obsesionan con el éxito, acaban desarrollando un miedo a fallar que les impide desarrollar recursos para hacer frente a nuevos retos", según ha reconocido Frederique Autin, autora del estudio.

   Para corroborar esta observación, Autin y su equipo realizaron tres experimentos, el primero de ellos con 111 estudiantes de sexto curso, a quienes se les plantearon diferentes anagramas "muy difíciles" que ninguno de ellos pudo resolver.

   A continuación, un investigador habló con los estudiantes acerca de la dificultad de los problemas. A un grupo se le dijo que el aprendizaje es difícil y el fracaso es común, y que la práctica es clave para aprender, como al montar en bicicleta. En cambio, a los niños de un segundo grupo se les pidió que explicaran cómo habían tratado de resolver los problemas.

   Acto seguido, los dos grupos fueron sometidos a una prueba para medir su capacidad de memorizar, clave para almacenar y procesar la información entrante, ya que la retentiva memorística es un buen predictor en muchos aspectos de los logros académicos, incluyendo la comprensión de la lectura, la resolución de problemas y el coeficiente intelectual.

   En este sentido, los estudiantes a los que se les dijo que el aprendizaje es difícil desempeñaron significativamente mejor la prueba de memoria, especialmente en los problemas más difíciles, en comparación con el segundo grupo y un tercer grupo de control que se sometió a dicha prueba sin hacer si quiera los anagramas.

   En un segundo experimento posterior con 131 estudiantes de sexto curso se siguió un procedimiento similar con los anagramas difíciles y las discusiones con un investigador.

   Un grupo adicional de estudiantes fue sometido a anagramas simples que se podían resolver, y a este grupo no se le dijo que el aprendizaje es difícil.

MEJOR FALLAR Y APRENDER

   Todos los estudiantes se sometieron a una prueba de comprensión de lectura, y los niños a los que se les dijo que el aprendizaje es difícil puntuaron más alto que los otros grupos, incluyendo aquellos que habían realizado con éxito la prueba más sencilla, lo que demuestra que el reflexionar sobre el fracaso "puede ser incluso más importante que su propio éxito, ya que se han enfrentado al aprendizaje de habilidades difíciles", señalan los autores.

   Por último, la investigación también analizó un tercer experimento con 68 estudiantes, también de sexto curso, a quienes midieron la comprensión lectora y se les preguntó qué opinaban sobre la competitividad académica.

   De este modo, el grupo al que se le dijo que el aprendizaje es difícil ofreció mejores resultados en la comprensión de la lectura y evidenció  menos sensaciones de incompetencia.

   De este modo, concluyen los autores, el estudio constata que la capacidad de la memoria puede mejorarse simplemente aumentando en los estudiantes "la confianza y la reducción de su miedo al fracaso".

   "Nuestra investigación sugiere que los estudiantes se beneficiarán de la educación si se les da espacio para luchar con dificultades", algo en lo que, según Autin, "los maestros y los padres deben hacer hincapié en lugar de centrarse exclusivamente en las calificaciones".

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La autoestima en el maestro

¡Qué difícil es ser docente y no salir dañado en el intento! Trabajar en una sociedad que no valora los aprendizajes nos lleva a cuestionarnos. Las autoridades administrativas, el "poder editorial" apoyados por el "saber sabio" nos piden "innovar", como si los fracasos se debiesen a nuestra actividad. Debemos cuidar nuestra autoestima para no estresarnos, y el artículo que transcribo tal vez nos ayude.

 

Acerca de el Maestro, la Autoestima


En cualquier caso, es evidente que la profesión vive y sobrevive con un fuerte complejo de inferioridad, porque se piensa que lo que se hace está poco valorado, que sus innovaciones no son reconocidas y que sus esfuerzos son menospreciados. Hay que decir que a menudo
es el profesorado mismo lo que hace muy poco para luchar por este merecido
reconocimiento, profesional y social, instala en la cultura de la queja permanente, una vía que no conduzco a ninguna parte, más que al propio cansancio a la desmoralización individual y colectiva.

1. El creciente, diversificado y poderoso mundo de los expertos y especialistas de la psicopedagogía y del conjunto de las llamadas ciencias de la educación que monopolizan el discurso educativo. Ellos son los que diseñan reformas, programas de innovación y planes de formación, ellos son los que marcan la agenda de los temas de los que hay que hablar, lo que es importante y lo que no es. Ellos son los que investigan, publican y son
invitados a los foros educativos y los medios de comunicación. De esta manera,
durante los últimos años, la innovación educativa se ha hecho más desde la
academia que desde la escuela. Hay profesores que sólo son escuchados cuando se
convierten en expertos.

2. La permanente culpabilidad (desde el ámbito familiar, social y de los medios de comunicación) de la escuela para el falso descenso del nivel de enseñanza y trabajo del profesorado. Aquí se da una curiosa paradoja:
las familias y el conjunto de la sociedad critican los maestros y hasta
desconfían, pero, al mismo tiempo, cada vez delegan y confían nuevas funciones y
responsabilidades. Es evidente que la polivalencia docente tiene un límite, y
cuando se confunde la profesión con las heroicidades de un superman o de una
superwoman, difícilmente las expectativas sociales se cumplen.

3. El discurso obsesivo y dominante sobre el malestar docente que eclipsa los aspectos satisfactorios y positivos de la profesión. No negaremos algunas obviedades en algunos contextos y situaciones escolares, donde
las condiciones de trabajo se hacen particularmente difíciles, el malestar
docente es una consecuencia lógica. Ahora bien, en otras situaciones y
circunstancias hay que analizar si el malestar docente es fruto de las
condiciones objetivas o no es otra cosa que la construcción de una coartada y de
un discurso cómodo y autojustificatorio para oponerse a cualquier proceso de
innovación y de cambio, venga de donde venga. Por otra parte, se olvida la cara
positiva de la profesión, como si existiera un cierto complejo de inferioridad
poder verla, cuando es evidente que hoy hay muchos maestros que encuentran mucho
sentido a su oficio, que disfrutan y que descubren un montón de
satisfacciones.

4. La irrupción de otros agentes educativos y la competencia que surge, que han hecho que el magisterio ya no ejerza con la exclusividad de hace un tiempo la instrucción o transmisión del conocimiento. La televisión y el mundo de la imagen, las nuevas tecnologías de la información y
de la comunicación y la avalancha de ofertas extraescolares han generado un cierto grado de desconcierto y confusión. Algunos sectores lo perciben incluso como una pérdida de autoridad, como sí su trabajo quedara cuestionada y con un cierto grado de miedo y de angustia ante un futuro tecnológico que cada vez controlan menos.

5. La crisis la vocación del magisterio, entendida como una falta de identificación, ilusión y compromiso global con la infancia, la escuela y la comunidad, y una falta de orgullo hacia la profesión. Parece que algunas de estas palabras pertenecen a otros tiempos y que la vocación de maestro se identifica con sacerdocio, voluntarismo y carácter misionero, como si este
concepto no es susceptible de evolucionar en la postmodernidad y no se pudiera
pensar también en clave de una concepción innovadora y progresista de la
profesión.

6. El despliegue por parte de la Administración de una amplia retórica sobre la importancia del profesorado, que, en la práctica, se queda en nada. La voz del profesorado-más allá de cuatro simulacros y escenificaciones para salir del paso-es excluida del debate sobre las reformas educativas, proyectos pedagógicos u otros grandes decisiones que afectan directamente al
profesorado. Tampoco la Administración es demasiado sensible a la hora de valorar el
trabajo real del profesorado, mejorar sus condicione de trabajo o escuchar sus
reivindicaciones.

7. La tan mencionada autonomía docente queda diluida o borrada por la cada vez más poderosa colonización administrativa y burocrática de la escuela. Cada vez la enseñanza está más condicionada y regulada-el currículo, la evaluación, los tiempos, los espacios, la organización y funcionamiento de los centros, etc .- y quita libertad a los equipos de maestros
ya las comunidades educativas para construir proyectos educativos pedagógicamente diferenciados.

8. Los nuevos planes de estudio de la década de los noventa han supuesto la muerte del maestro y el triunfo del especialista. De este modo, muchos estudiantes adquieren desde el principio este nuevo perfil de especialista de educación física, musical o especial, que consolidan cuando acceden a los centros, el “integrarse” en los claustros.

9. El auténtico fracaso, salvo algunas excepciones, de la formación del profesorado en cuanto a conseguir una nueva cultura profesional innovadora y una modificación de sus hábitos y actitudes que hagan posible un cambio en sus prácticas escolares y en la vida en los centros ya las aulas.
Además, esta formación es a menudo muy fragmentada y le falta el enfoque de una
visión global de la infancia, la escuela y la enseñanza. En cierto modo, hemos
asistido a una continuación-explícita o implícita- de aquella muerte del maestro
y del triunfo del especialista al que nos referíamos en el punto anterior.

10. El hecho de que todos se sienten autorizado para criticar y cuestionar la escuela y el trabajo del maestro. A diferencia de lo que ocurre con otros oficios y profesiones donde se reconoce la existencia de un saber específico adquirido a base de formación y experiencia, en la enseñanza
parece que este reconocimiento no exista y que se piense que se trata de un
campo donde el sentido común, la práctica como educadores familiares o la
proximidad que da la experiencia como estudiante son capital cultural suficiente
para poder interpelar al profesorado de igual a igual. Esta posición se
reafirmando en la medida que el nivel cultural medio de la población va
aumentando. No acaba de entender que el arte o la ciencia también se adquieren
con el estudio, y esto, naturalmente, desmoraliza al profesorado.

¿Conclusiones? Sólo tres y breves:
 
a) Recuperar el orgullo de ser y hacer de maestro con todo lo que ello supone.

b) Investigar y analizar más a fondo estas y otras razones de la baja autoestima, haciendo uso del pensamiento que se fundamenta en las explicaciones complejas y multicausales y no en los cuatro tópicos que buscan la fácil o imposible, según se mire-cuadratura del círculo.

c) Transgredir y cambiar en la práctica todo aquello que impide a los maestros tener más autonomía, autoridad y poder. Las dificultades son grandes, pero las posibilidades son inmensas.

Autora: Natalia Ruiz - Pueblo y Sociedad Noticias
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Padres "insistentes" mejoran rendimiento de alumnos"

Los investigadores de las universidades de Leeds y Leicester afirman, además, que los padres ponen menos esfuerzo cuantos más hijos tienen.

Para la investigación tuvieron en cuenta el tiempo que dedicaban a leer para sus hijos, qué tanto participaban de las reuniones escolares, y también recabaron las percepciones de los educadores sobre su involucramiento. Para juzgar qué tanto se debía a la influencia paterna, y cuánto era mérito de los alumnos individualmente, los investigadores también tuvieron en cuenta las actitudes de los niños.

El estudio sugiere que existe algo así como un círculo perfecto: los padres estimulan a que sus hijos se esfuercen más, y cuando los niños lo hacen los padres redoblan sus propios esfuerzos.

El profesor Gianni De Fraja, rector de Economía en la Universidad de Leicester, opinó: "El principal canal a través del cual los antecedentes socio-económicos de una familia influyen el rendimiento escolar es el esfuerzo". "Los padres que vienen de un ambiente más aventajado ejercen mayor esfuerzo, y esto influencia positivamente el avance académico de su progenie".

"Los antecedentes familiares también hacen crecer el esfuerzo de la escuela, lo que a su vez mejora el rendimiento de los niños. Por qué las escuelas se esfuerzan más cuando los padres vienen de un ambiente más privilegiado, no lo sabemos. Podría ser porque los padres de clase media exigen taxativamente que la escuela se esfuerce".

El estudio afirma además que el esfuerzo de los padres disminuye cuando tienen muchos hijos. "Hay un compromiso entre la cantidad y la cualidad de los hijos: a mayor cantidad de hermanos, el esfuerzo que los padres ponen en cada hijo disminuye".

Los investigadores sugieren que una política que incentive la capacitación de los padres podría ayudar a mejorar los logros académicos de los niños de un modo sustancial.

Fuente: BBC News, Gran Bretaña 29 de octubre de 2010.

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