ecología (3)

Campañas universitarias para cambiar hábitos

Se trata de proyectos pensados y puestos en práctica por dos grupos de estudiantes de la carrera de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en respuesta a una consigna académica del Taller Anual de Orientación en Opinión Pública y Publicidad. “Que los porteros ahorren agua” y “que los vecinos separen el cartón” son las consignas de estas dos campañas que responden a un único propósito: concientizar y actuar.

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Campañas universitarias para cambiar hábitos

Campaña “Yo separo”

El objetivo es claro: separar el cartón y papel de los residuos tradicionales para contribuir al trabajo de los cartoneros en la ciudad de Buenos Aires. “Para lograrlo, buscamos concientizar a la sociedad sobre su rol fundamental dentro del proceso de reciclado y reforzar la concepción positiva que, según el trabajo de campo realizado, los ciudadanos tienen sobre los cartoneros”, explica Bahía Morel Puigrredón, estudiante que conforma el equipo que impulsó la iniciativa.

Como primera parte de la campaña, los integrantes de “Yo separo” se reunieron en Plaza Serrano, barrio porteño de Palermo, el pasado 10 de noviembre e invitaron a los transeúntes y vecinos a ayudar a separar el cartón de la basura a través de juegos.

Puigrredón destaca la importancia de la campaña: “Por cada tonelada de cartón reciclado, se ahorran aproximadamente 140 litros de petróleo, 50.000 litros de agua, 2 metros cúbicos de espacio en un vertedero y 900 kilos de dióxido de carbono; en comparación a la producción del cartón obtenido con materias primas nuevas”.

Pueden conocer más de la iniciativa y sumarse a la campaña a través del siguiente link.

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Campañas universitarias para cambiar hábitos

 

Campaña “Güaterman: El defensor del agua”

 

Frente al cotidiano derroche de agua que los porteros realizan al baldear las veredas, otro equipo universitario se propuso concientizarlos e incentivarlos a utilizar la pistola corta-chorro durante el desarrollo de la actividad. Para ello, decidieron crear un superhéroe llamado Güaterman a fin de que interactúe de manera directa con los porteros. Al respecto, Sofía Dupleich, integrando del equipo, asegura: “La gente se identifica con la campaña y cree que es una manera divertida de encarar un problema serio”.

Si bien Dupleich destaca que “el cambio debe empezar por casa cuando nos bañamos o lavamos los dientes”, optaron por enfocar la campaña a los porteros pues visualmente logrará generar un mayor impacto en cada barrio. La acción práctica del proyecto se llevó a cabo en Recoleta donde Güaterman conversó con los porteros y los invitó a sumarse activamente a la iniciativa.

Pueden conocer más de la campaña ”Güaterman: El defensor del agua” a través del siguiente link.

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Campañas universitarias para cambiar hábitos

Si bien ambas campañas surgieron en respuesta a una necesidad académica, ambos grupos se comprometieron con los proyectos y aspiran a continuar la iniciativa luego de la cursada. “Entendemos que hace falta tomar conciencia sobre la sensibilidad de estos temas a nivel mundial y ello empieza necesariamente en cada uno, en su día a día”, asegura Dupleich.

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Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando!! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha, y mientras tanto, producimos más, más y más basura.

 

Si te interesó este post mirá estos videos:

 

"La historia de las cosas", parte I, II y III en: https://excellereconsultoraeducativa.ning.com/video/1990721:Video:11921

 

 

 

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